Por tres Transgresiones de Edom

Sermón predicado en Amós 1:11-12 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 9/10/2017 en Novato, CA.

Sermón

Reverendo W. Reid Hankins, M. Div.
Amós 1:11-12
09/10/17

«Por tres Transgresiones de Edom”.

Rivalidad entre hermanos. Si ustedes son padres con varios hijos en su casa seguramente han visto esto. Si tienes hermanos, seguramente has participado en esto. Hermanos y hermanas pueden competir entre sí, pueden discutir y pelear entre sí y a veces, sólo pueden llegar a ser groseros entre sí. Lamentablemente y tristemente, a veces la rivalidad puede convertirse en algo más que sólo una sana competencia. A veces son heridas duraderas que dañan la relación de una manera continua. A veces incluso puede tornarse violenta. Este pasaje nos recuerda de cierta rivalidad entre los hermanos Jacob y Esaú que fueron demasiado lejos y por muy largo tiempo, extendiéndose por muchas generaciones.

En general, los hermanos pueden competir y pelear entre sí. Pero cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, nos alertó de una razón específica de porqué podrían pelear entre sí. En Marcos 13:12, Jesús advirtió a sus discípulos que en el futuro el hermano entregará a muerte al hermano, por amor de Su nombre. En otras palabras, Jesús estaban describiendo cómo un hermano incrédulo podría perseguir a su hermano creyente, porque él es un cristiano. Ciertamente, este pasaje de Amós prefigura algo a través de los tipos y sombras del Antiguo Testamento. El conflicto del creyente Jacob con Esaú incrédulo llevó esto a través de las generaciones. El resultado fue que descendientes de Esaú persiguiendo y asesinando incluso a israelitas. Esto es lo que consideramos hoy cuando vemos este oráculo contra Edom.

Vamos a empezar entonces con algunos antecedentes de Edom. Como se alude, los edomitas eran descendientes de Esaú. Recordemos que Esaú era el gemelo primogénito del patriarca Jacob. Abraham engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob y Esaú por Rebeca. Desde el mismo vientre, los dos estaban compitiendo. Rebeca podía sentir la confusión en su vientre. Y así, preguntó a Dios y Él le dijo en Génesis 25:23, “dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro y el mayor servirá al menor”. Así, Esaú nació primero, pero así cuando Jacob nació, él salió agarrado del talón de Esaú. Esto describe su relación. Jacob se mantuvo alcanzando los beneficios del primer nacido. En definitiva, como Dios le había dicho a Rebeca, Jacob recibiría la mejor posición. Jacob recibiría la primogenitura, Jacob recibiría la bendición y Dios llevaría su línea de pacto de la promesa a través de Jacob. Jacob tendría de Dios un nuevo nombre, Israel. Y sus doce hijos vendrían a ser las doce tribus de Israel.

Por supuesto, las ambiciones de Jacob a lo largo de esto no eran buenas. Él sin piedad compró la primogenitura de su hermano por un plato de sopa. Engañó a su padre en la bendición que era para su hermano Esaú. Esto por supuesto le dio lugar a Esaú odiar a Jacob y querer matarlo. Dio lugar a Jacob a que huyera por su vida, incluso salir por un tiempo de la tierra prometida. Sin embargo, Dios usó estos problemas que acontecieron a Jacob para hacer de Jacob al final él mismo. Dios usó estas tribulaciones para trabajar una fe real en Jacob en el único Dios verdadero. Esto llegó a ser el fundamento de Dios para trabajar sus planes redentores a través de la casa de Jacob en como la nación de Israel vino de él. Esaú fue por otro lado no santo a través de todo esto. Hebreos 13:16 describe a Esaú como profano o impío a cómo él estaba dispuesto a vender su primogenitura por una comida. Esaú se casó con mujeres paganas cananeas de lo que hablaba en contra las escrituras. Las escrituras no pintan a Esaú en una muy buena luz en términos de su relación con Dios. Encomiablemente, muchos años después aparentemente se alejó de la ira donde quería poner a su hermano Jacobo a muerte. Se reunieron en paz según Génesis 33. Sin embargo, a Jacob le parece todavía incierto que si debe confiar en su hermano, y al final terminan por asentarse en lugares separados, alejados uno del otro.

Por lo tanto, creo que es importante notar que aunque Dios trabajó claramente en la vida de Jacob y lo llevó a una fe real, Jacob comparte gran parte de la culpa en sus relaciones problemáticas. Sin embargo, eso no excusa como los descendientes de Esaú, los edomitas, tratarían más adelante a Israel. De hecho, como se ve a través de la historia después de Jacob y Esaú hasta la época de Amos, es un registro continuo de diversos conflictos entre las dos naciones. Por ejemplo, las batallas con ellos del rey Saúl en 1 Samuel 14; David en 2 Samuel 8; los reyes Salomón, Joram, Amasías y Uzías también tuvieron conflictos con ellos. El registro entre las dos naciones se cumple con las bendiciones que Isaac había dado a los dos hijos. Cuando Isaac bendijo a Jacob, incluyó una bendición que Jacob sería amo sobre sus hermanos. Pero cuando luego bendijo a Esaú, Isaac dijo a Esaú, “por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; y sucederá que cuando te fortalezcas, que descargarás su yugo de tu cerviz.” Estas bendiciones caracterizan la relación de sus descendientes. Describe la relación nacional entre Israel y Edom.

Una aclaración más. Aunque estas bendiciones de Isaac fueron proféticas y de como trabajan las cosas, eso no significa que los Israelitas debían tratar mal a los edomitas. Encuentro el libro de Deuteronomio muy útil aquí. De hecho, escuchar lo que Dios le dijo a los israelitas cuando estaban a punto de llegar finalmente a la tierra prometida después del éxodo de Egipto. Deuteronomio 2:4-6, Dios les dijo, “Y manda al pueblo diciendo: pasando vosotros por el territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho. No os metáis con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de Seir. O de igual manera en Deuteronomio 23:7, Dios le dijo a Israel, “No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano.” Creo que esto es realmente útil de ver. Así en como Israel ocupa su lugar en la tierra prometida, Dios empieza por recordarles de su hermandad con los edomitas. Esa hermandad debía contar para algo. No estoy diciendo que Israel lo hizo perfectamente. Creo que no lo hicieron. Pero quiero que veamos lo que Dios dice que debía ser la actitud de ellos. Ellos debieron ver a los edomitas como hermanos y tratarlos bien por ello.

Esto entonces nos lleva al oráculo de hoy y ver lo que dice Amós contra Edom. El versículo 11 nos dice del pecado de Edom. “Porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado rencor.” Hay varias preocupaciones relacionadas aquí. La primera es la que ha perseguido a su hermano con la espada. Esto es lo que predijo Isaac en esa bendición a Esaú. Por lo tanto, dense cuenta entonces lo que el texto está haciendo aquí es el punto de ser hermanos. No se trata sólo de que Esaú está en guerra. Se trata de combatir contra Israel cuando Israel es su hermano. Al igual cuando Israel entró en la tierra prometida y Dios les dijo respetar a sus hermanos los edomitas, así también lo mismo deben haber hecho los edomitas. Pero no lo hicieron. Edom persiguió a Israel con la espada. Asesinaron a israelitas cuando los favorecieron. Por supuesto, también se menciona en los oráculos anteriores de cómo Edom habían adquirido a israelitas como esclavos de los filisteos y los fenicios. Así que, nada de eso era la manera de tratar a un hermano. Creo de Caín, que asesinó despiadadamente a su hermano Abel y luego tuvo el descaro de decirle a Dios que no era el encargado de su hermano.

El texto se adentra más profundamente en el corazón de Edom cuando dice que no tienen piedad. Votaron toda piedad contra su hermano Israel. Piedad aquí es la palabra hebrea por misericordia o compasión. Esto es algo por lo que Dios es conocido por las escrituras. Dios es un Dios de piedad, de misericordia, de compasión. Por otro lado, es algo que los seres humanos tenemos problemas en mostrar. Creo del rey David cuando se le da la opción de ser castigado por su pecado eligió que viniera directamente del Señor en vez de a través de los hombres. Su razonamiento era esto, “dejémonos caer en la mano del Señor, porque su misericordia es grande; pero no me permitan caer en la mano del hombre “, 1 Samuel 24:14. Dios es un Dios de gran piedad, misericordia y compasión. Los hombres a menudo no lo son. Evidentemente, los edomitas fueron un ejemplo de tal falta de piedad. Piensa de la forma despiadada en perseguir y matar con la espada, a los que usted conoce son sus familiares distantes. Edom no tenía piedad, no compasión hacia Israel cuando mataron uno tras otro.

El texto continúa tratando con el corazón de Edom cuando habla de la ira y el odio. Edom tenía rabia e ira por Israel. Podemos recordar todas las razones históricas de porqué podría haber estado Edom molesto con Israel. Estoy seguro de que sólo hemos arañado la superficie desde la perspectiva de Edom. Estoy seguro de que si usted habló con Edom de porqué se enojaron con Israel, seguro que le daría una larga lista. Pero ellos no trataron su enojo en la manera correcta. Ellos se desataron en violenta matanza de sus hermanos. Y no sólo eso, note cómo el texto está poniendo énfasis en que mantuvo su enojo. Su enojo y su ira no terminaron. Era perpetuo; continuo; siguiendo su curso. Recuerde cómo las escrituras nos dicen que no dejemos que el sol ciegue nuestro enojo. No debemos abrigar y aferrarnos a la ira. Se supone que debemos reconocer nuestro enojo y buscar abordarlo de una manera justa. Usando la ira adecuadamente en los conflictos puede ser un poderoso aliado, nos ayuda a promover la reconciliación real en las relaciones. Pero si mantenemos la ira, se convierte en amargura o se desata en violencia. Edom, parece que no supo como apaga su ira. Su enfado era un rencor tras rencor. No hubo suficiente venganza que podrían afligir a Israel. Ellos sólo se mantuvieron derramando su ira sobre ellos día a día.

No está claro del oráculo aquí si Dios tenía en mente un incidente específico donde Edom estaba persiguiendo y matando a Israel. Dada la descripción de su enojo permanente, Dios probablemente no lo consideró como un solo evento. Sin embargo, un ejemplo de esta actitud de Edom vino justo en el comienzo cuando Israel estaba viniendo a la tierra prometida. En números 20, Israel quería pasar pacíficamente a través del borde de sus fronteras en el camino a la tierra prometida. Amablemente hicieron la petición a Edom antes de pasar. Pero Edom se rehusó. Números 20:18, Edom les dijo, “No pasarás por mi país; de otra manera, saldré contra ti armado.” Israel intentó alegar con ellos y asegurarse de sus intenciones pacíficas. Pero según Números 20:20, Edom continuó negándose y luego salió con muchos hombres armados para atacarlos. Ese evento inicial entre las dos naciones muestra el corazón de Edom hacia Israel que se describe aquí en este oráculo de Amós.

Debido a este pecado, Dios declara aquí en Amós que Temán y Bosra serán destruidos. Una vez más, las imágenes de la guerra y del fuego se emplean, otra vez con una referencia a la destrucción de palacios. Mucha similitud con las sentencias específicas pronunciadas contra estas diferentes naciones aquí en Amós. Temán y Bosra eran distritos claves en Edom, Temán en el sur y Bosra en el norte. Por lo tanto, esta sentencia habla de cómo la nación como un todo será destruida. De hecho, los asirios los conquistarían más tarde en 732 A.C., y finalmente fueron destruidos por los nabateos según la historia. Aunque por lo menos durante el tiempo del nuevo testamento había algunos remanentes de Edom, como la dinastía herodiana que era de linaje edomita. Pablo llegó a evangelizar a uno de ellos, con la esperanza de su conversión a Cristo; pero estoy divagando en este punto.

En nuestro último punto de hoy, me gustaría pasar un poco más de tiempo contrastando la piedad frente a la ira y el odio que se menciona aquí en este oráculo. Es un contraste importante. Los edomitas no tenían piedad. Tenían cólera e ira. Cuando piensas en poner y aplazar, la idea en las Escrituras, los edomitas parecen hacer lo contrario de lo que deberían estar haciendo. Ellos parecen aplazar la piedad y poner la ira continuamente. Como aquellos que no conocen al Señor, obviamente no ven la necesidad de hacer otra cosa. Sin embargo, es importante reconocer la relación de estos dos.

Las aclaraciones son importantes aquí, por supuesto. Ya dije cómo la escritura dice que Dios está lleno de piedad y misericordia. Sin embargo, la escritura también habla de cómo Dios es el que emplea el enojo y la ira a veces en algún tiempo. Dios en su justicia, aborda su ira de una manera justa, aportando un justo juicio contra alguien. Esencialmente, eso es lo que está sucediendo aquí hoy en Amos. Se justifica la ira de Dios contra Edom y el castigo que va a traer contra ellos será apropiado. Sin duda, el tema con los edomitas es que su ira no es conforme a la justicia y rectitud. Dios, por otro lado, tiene una forma perfecta donde pone todas estas cualidades estar en el camino correcto, lleno de piedad, enojado en los tiempos correctos y formas correctas, justo y aun misericordioso.

Pero otra vez estoy divagando. Mi punto real aquí es que hay una relación de contraste entre la compasión y la ira. Podemos ver este contraste en el salmo 77:9. Allí, el salmista pide como una súplica, “¿ha olvidado Dios tener misericordia? Él en su enojo ¿acalla sus tiernas misericordias?” Allí la palabra hebrea misericordia es la misma palabra para piedad aquí en Amós. Así el salmista ve el contraste entre la compasión y la ira. En ese caso, él llama a Dios para que cambie su ira por piedad. Eso es lo que Edom tenía que hacer. Debían de tener rabia e ira con piedad, misericordia y compasión.

Encontramos un contraste similar en Efesios 4:31-32. Es uno de esos pasajes clásicos de poner y aplazar. Dice, “quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Ese pasaje le dice a los creyentes que hacer con su enojo. Simplemente no podemos almacenarlo y aferrarnos a el. Tenemos que ocuparnos de ello. Obviamente, tratar con eso a menudo implica trabajar a través de principios bíblicos de reconciliación con la gente. Pero mucho de ello implicará reemplazar con piedad; mostrando misericordia para perdonar a los demás. ¿Por qué debemos hacerlo? Nos dice allí. Porque Dios nos perdonó en Cristo.

Y por lo tanto, como pensamos en este oráculo de juicio contra Edom, recordemos otra vez a Jesucristo. Recuerdo cómo Él se refirió a sus discípulos como hermanos. Marcos 3:34, apunta allí bajo su enseñanza, declara, “¡he aquí mi madre y mis hermanos! Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana y mi madre.” Y sin embargo, sabemos que no hemos tratado a este hermano Jesús correctamente. De hecho, ninguno de nosotros hemos hecho la voluntad de Dios perfectamente. Jesús es esencialmente ese hermano mayor que fue ofendido y traicionado por sus hermanos menores. Como dice el Evangelio de Juan, Jesús vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron. Sin embargo, Jesús sabían que este sería el caso, pero llegó de todos modos. Él no vino en cólera e ira, pero vino en piedad y misericordia. Él vino incluso con el fin de apartar la ira de Dios de nosotros por nuestro pecado. Jesús vino y logró esto a través de la cruz. ¡En Jesús, la misericordia ha triunfado sobre el juicio!

Así pues, todos nosotros que nos hemos arrepentido de nuestros pecados y puesto nuestra fe en Jesús, somos los hermanos y hermanas menores del Señor. Somos coherederos con Él en Cristo, adoptados a la divina familia y el hogar. Alabemos a nuestro hermano mayor, el primogénito de entre los muertos en medio de muchos hermanos (Col 1:18, Rom 8:29).

Entonces ¿cómo tratar a un hermano no salvo, o cualquier ser querido no salvo, que nos tratan mal? ¿Guardaremos nuestro enojo? ¿O vamos a tener piedad de ellos? Ésta es mi exhortación final. Ten piedad por los tales. Reconozcamos que estos seres queridos no conversos que nos podrían atacar necesitan a Jesús. Necesitan conocer la misericordia y la gracia que hemos llegado a conocer. Mostremos la compasión de Dios, que hemos conocido a través de la cruz de Jesucristo. Y a la manera que lo haces reconoce en las formas que has contribuido al conflicto con tus seres queridos no conversos. Jacob no fue perfecto de ninguna manera a cómo trató a Esaú. Seguramente, también hemos pecado contra nuestros hermanos terrenales y otros seres queridos no salvos. Vea cómo algunos en su ira hacia nosotros pueda ser por eso. Entonces luego cuando lleguemos a ellos en piedad y misericordia, también reconociendo nuestros pecados y defectos hacia ellos. Mostrémosles a ellos lo que significa ser cristianos: no alguien que es perfecto. Pero como un pecador salvado por la gracia aun cuando confesamos nuestros pecados y miramos de volvernos contra ellos e ir por el camino de Cristo. Incluso esto es parte del camino. Se un pacificador en tu familia incluso si quieren poner una espada contra ti. Sigue mostrando la misericordia de Cristo a tus seres queridos no salvos en la medida que los apuntas al Señor. Y mantengámonos orando por ellos para que se unan a nosotros como hermanos no sólo según la carne, sino como hermanos según el espíritu. Amén.

Copyright © 2017 Reverendo W. Reid Hankins, M. Div.
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4 comentarios en «Por tres Transgresiones de Edom»

  1. Amén me gusta este comentario sobre lo sucedido entre edom e Israel… Tengo un hermano mayor que me hizo mucho daño, y solo con la compasion de cristo en mi corazón, puedo tener misericordia, hacia el perdonandolo de todas las cosas que en mi niñez y parte de mi juventud me ocasionó… En cristo existe el perdón verdadero… Aleluuyaaa… Saludos desde Venezuela…

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