Sermón predicado en 2 Reyes 20 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 01/11/2020 en Novato, CA.
Sermón
Traducido por el Diácono Diego Merino.
El capítulo de hoy cierra nuestro estudio de Ezequías en 2 Reyes. Una cosa que se ha destacado en Ezequías es su vida de oración. En el capítulo 18, se nos dijo cuánto confiaba Ezequías en el SEÑOR como un hombre con un corazón muy parecido al del rey David. Desde entonces hemos visto que es un hombre de oración cuando surgen problemas. Por supuesto, esa es una forma importante en la que expresamos nuestra confianza en el SEÑOR. Cuando surgen problemas, debemos pedirle a Dios misericordia y ayuda. La vida de Ezequías lo ha demostrado. Veremos más de eso nuevamente en el pasaje de hoy. Y también debería esto estimular nuestra vida de oración.
El sermón de hoy como el pasaje se dividirá en dos partes principales. Los versículos 1 al 11 tratan de la enfermedad de Ezequías. Los versículos 12-21 tratan de los enviados de Babilonia que recibió Ezequías. Por cierto, estos eventos en la vida de Ezequías, incluyendo tanto su enfermedad como los enviados babilónicos, tienen el beneficio de estar registrados en 3 lugares diferentes de las Escrituras: aquí, 2 Crónicas 32 e Isaías 38-39. Extraeré detalles de esos relatos paralelos, ya que nos ayudan a comprender lo que está sucediendo en estos dos eventos. Empecemos entonces primero por considerar la enfermedad de Ezequías.
El escenario de la enfermedad de Ezequías en el versículo 1 dice que fue “en aquellos días”. Eso se refiere en general a los capítulos anteriores que trataban de la amenaza de Asiria contra Jerusalén y Ezequías. El versículo 6 se suma a esto al decirnos que durante la enfermedad de Ezequías todavía se enfrentaban a la amenaza asiria. Dios incluso menciona allí que defenderá la ciudad, que es lo mismo que había dicho al final del último capítulo en 19:34, justo antes de que Dios librara la ciudad de los asirios. En otras palabras, aunque no se nos dan detalles específicos, parece que este registro de la enfermedad de Ezequías nos hace retroceder cronológicamente en el tiempo desde donde terminamos al final del último capítulo. Parece situar su enfermedad en algún momento entre el momento en que Jerusalén estaba siendo amenazada por Asiria y antes de que Dios los hubiera liberado de ellos.
Entonces, aparentemente Ezequías desarrolla una especie de furúnculo y está a punto de morir. Dios envía al profeta Isaías para informarle a Ezequías que su enfermedad lo va a matar, versículo 1. En respuesta, Ezequías va al SEÑOR en oración. No pierde ni un momento. Inmediatamente se aleja de Isaías, dirige su rostro hacia la pared y comienza a orar. Puedes observar que, a diferencia del pasado, no lo vemos ir al templo a orar. Pero me gustaría señalar que tiene este forúnculo y que presumiblemente lo dejaría ceremonialmente impuro y, por lo tanto, no podría entrar al templo, Levítico 13. Pero eso no detiene su vida de oración. Inmediatamente ora, lamentándose con muchas lágrimas. Le ruega al Señor que considere cómo ha vivido su vida y cómo ha andado en fidelidad. Al pedirle a Dios que recuerde esto, está orando por misericordia de esta sentencia de muerte. Por cierto, algunos se han preguntado si esta es una oración orgullosa y por lo tanto, no encomiable de Ezequías. No creo que esa conclusión sea justificable. Ezequías no pretende mostrar de ser perfecto aquí. Y este tipo de oración refleja varias oraciones de lamento en los salmos. En última instancia, es un momento encomiable de oración de Ezequías que se humilla ante el SEÑOR y llora pidiendo ayuda.
Observamos que cuando Ezequías ora, Dios inmediatamente concede su pedido. Aparentemente, Isaías todavía estaba saliendo de los terrenos del palacio cuando Dios lo envió de regreso a Ezequías con su respuesta de que sería sanado en tres días. Curiosamente, Dios hizo que Isaías usara algún tipo de compresa de higos para aplicar al forúnculo y producir la curación. Esto es interesante porque esa era una práctica médica en ese entonces para tratar los forúnculos. Sin embargo, debemos entender que si no hubiera orado, ninguna cantidad de higos lo habría sanado. Pero como oró y Dios le concedió la petición, Dios consideró adecuado responder a su oración mediante el uso de un remedio médico común del día. Sin embargo, el hecho de que se sanaría de esta manera para que en solo tres días pudiera ser sanado como para regresar al templo, apunta a la maravillosa curación de Dios. Por cierto, me encanta como su sanación al tercer día de su sentencia de muerte nos hace pensar en la resurrección de Cristo al tercer día de su muerte.
La oración de Ezequías aquí por la sanación contrasta con la de su antepasado, el rey Asa. Tal vez recuerdes que Asa también fue descrito como un rey piadoso que hizo lo recto ante los ojos de Dios. Pero Asa se había vuelto orgulloso en el transcurso de su vida y cuando sufrió una enfermedad en los pies solo buscó ayuda médica. No oró a Dios por sanación. Y Dios no lo curó. Entonces, aquí vemos algunas verdades maravillosas. Cuando tenemos una prueba de salud, debemos orar e ir al médico. Deberíamos hacer ambas cosas. Si Dios concede tu oración y trae curación a través del tratamiento médico, debes agradecer a tu médico y especialmente al SEÑOR. Pero me encanta ver cómo Ezequías hace lo que otros reyes no habían hecho: ante un problema de salud, le pide ayuda a Dios.
Me encanta en cómo vemos que la respuesta de Dios a su oración va más allá de lo que Ezequías estaba pidiendo. La preocupación de Ezequías aquí parece estar relacionada con su estado de salud, que su muerte es inminente. Pero note que en el versículo 6 se le dice que no solo será sanado y se le concederán quince años más de vida, sino que Jerusalén también será salva. Dios promete no solo sanidad, sino también que salvará la ciudad de los asirios. ¡Supongo que es complementario en el hecho de que Ezequías puede saber que no tendrá que pasar esos quince años adicionales en una prisión asiria! Y obviamente esta es una buena noticia para el pueblo de Ezequías: ¡Dios promete aquí salvación y vida también para ellos!
A este punto, creo que deberíamos tocar un punto relevante de la doctrina en lo que respecta al decreto eterno de Dios y la oración de Ezequías. En el último capítulo, discutimos cómo Dios ha pre-ordenado todo lo que suceda, y nada cambiará o frustrará los planes de Dios. Sin embargo, aquí vemos que Dios le dijo a Ezequías que iba a morir inminentemente, pero luego Ezequías oró y Dios le concedió quince años más. Creo que debemos entender y reconocer que el decreto eterno de Dios no cambió. Siempre fue parte del decreto eterno de Dios que concedería quince años más en respuesta a la oración de Ezequías aquí. Y así, el versículo 1 muestra que la presciencia de Dios incluye que Él sabe incluso lo que sucedería bajo varias circunstancias posibles. La Confesión de Fe de Westminster 3.2 resume las Escrituras sobre este dicho: “Dios sabe todo lo que puede o pueda suceder en todas las supuestas condiciones”. Y así, Dios sabía que si Ezequías no hubiera orado con humildad, su enfermedad sería fatal. Pero aprendemos que Dios finalmente había decretado que sanaría a Ezequías con su oración.
Entonces, podríamos preguntarnos ¿por qué Dios le dijo en el versículo 1 que iba a morir, si Dios sabía que finalmente lo sanaría? La declaración de Dios en el versículo 1 parece definitiva. Y también podríamos preguntarnos, ¿por qué Ezequías todavía oraría por sanidad si Dios simplemente le dijo que iba a morir? Bueno, esto muestra que a veces Dios establece un futuro posible de tal manera que realmente solicita nuestra oración. Esto sucede varias veces en las Escrituras, particularmente con respecto a Dios anunciando un juicio. A su vez, a veces el hombre de Dios reconoce esto y ora pidiendo misericordia incluso después de que Dios les da a conocer el juicio que viene. Permítanme mencionar algunos ejemplos. Tienes a Moisés en la cima del monte Sinaí en Éxodo 32 cuando Israel cae pecando con el becerro de oro. Dios le dice a Moisés: “Ahora, pues, déjame, que mi ira se encienda contra ellos y los consuma, a fin de hacer de ti una gran nación”. Pero Moisés discierne eso como una invitación a interceder a favor de Israel y suplicar misericordia, lo cual Dios concede. O incluso tiene al malvado Acab sobre quién Dios declaró juicio a través de Elías en 1 Reyes 21, pero Dios retrasa el juicio a la luz de que Acab se humilló ante Dios en respuesta a que Elías declaró el juicio de Dios. O tienes el juicio sobre Nínive pronunciado por el profeta Jonás, pero cuando se humillan ante Dios, Él se compadece de ellos. También debemos notar que tal invitación a la oración frente al juicio declarado de Dios no significa que Dios siempre concederá tu petición de oración por misericordia. Por ejemplo, tienes el momento en que el profeta Natán le declaró a David que el primer bebé que le naciera a él y Betsabé moriría. Eso impulsa a David a hacer una oración importante por el niño. Pero en ese caso, Dios no concedió la solicitud y el niño murió.
El punto es que a veces Dios declarará ciertos juicios como una forma de invitar a la oración por misericordia. En tales casos, el juicio declarado por Dios está indicando lo que sucedería si nada cambiara. Sin embargo, estamos encantados de ver cómo nuestro Dios misericordioso está ansioso por mostrar misericordia. Esto no es algo de que presumir. No pecamos descaradamente y luego exigimos misericordia con arrogancia. Pero para los verdaderamente arrepentidos, uno que verdaderamente se lamenta y se vuelve a Dios, debemos animarnos a llevar tales oraciones a Dios como vemos que Ezequías lo hace aquí. Asimismo, reconozcamos como las pruebas de nuestra vida se convierten en ocasiones que nos invitan a orar. Incluso cuando las cosas parezcan estar más allá de cualquier esperanza terrenal, e incluso si lo están, vea cómo nuestro Padre celestial nos invita a llamarlo. Incluso si la respuesta es no, seguramente es lo que Dios quiere que hagamos frente a cualquier tribulación que nos sobrevenga.
Volviendo a nuestro pasaje, vemos de manera interesante que Ezequías le pide a Dios una señal aquí y Dios le concede una señal. Esta es una señal confirmatoria: que cuando la señal suceda, sabrá que la promesa ciertamente se cumplirá. Incluso le da a Ezequías la opción de elegir y Ezequías elige la más difícil de las dos opciones: que la sombra retroceda diez escalones. Esto desafió la forma normal en que funciona la naturaleza para que la sombra retroceda. Dios concedió esta señal y animó en consecuencia a Ezequías. Sin embargo, cuando menciona en el versículo 11 que la sombra se medía a lo largo de los escalones de Acaz, escalones que presumiblemente había construido el rey Acaz, eso nos recuerda otro contraste. Recordemos que Acaz era el padre de Ezequías y en su día se enfrentó a la amenaza de una coalición israelita-siria de intentar acabar con Jerusalén por completo. En ese momento, el mismo profeta Isaías profetizó la salvación e instruyó a Acaz para que pidiera una señal para confirmarla. Acaz rechazó la orden de pedir una señal. En otros lugares se habla en contra de los buscadores de señales cuando solo son buscadores de señales y no verdaderamente personas que buscan poner su confianza en el SEÑOR. En consecuencia, Acaz estaba tratando de actuar como santo cuando no pedió una señal. Pero Dios no estaba complacido con Acaz ya que Dios acababa de decirle a Acaz que pidiera una señal. Entonces, Dios le dio una señal de su salvación de todos modos: la promesa de una virgen dando a luz a Emanuel. Esa señal, en última instancia, miraba hacia el nacimiento de Jesucristo. Pero el punto aquí es que Ezequías parece haber pedido encomiablemente una señal donde su padre Acaz no lo había hecho. Ezequías parece pedir una señal en su confianza en el SEÑOR y glorificar a Dios en la señal. De hecho, 2 Crónicas 32:31 dice que el plan de Dios para esta señal fue una oportunidad para testificar a los enviados de Babilonia cuando llegaron.
Entonces hagamos la transición para considerar ahora a los enviados babilónicos que vinieron a visitar a Ezequías, comenzando en el versículo 12. Allí vemos que estos eran del rey Berodac-baladán y que lo visitaron en respuesta a la curación de Ezequías. Aquí tenemos un desafío aún mayor para calcular el momento exacto aquí. Pero probablemente la mejor suposición es que también sucedió rápidamente después de la curación de Ezequías y antes de que Asiria se retirara de Judá, pero probablemente también antes de que rodearan completamente a Jerusalén. Pero es difícil decirlo con certeza y no se puede descartar por completo un posible período de tiempo después de que Asiria se retirara de Judá.
De todos modos, creo que una pregunta más importante es ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué Ezequías recibe esta profecía de juicio después de mostrar todos estos tesoros a Babilonia? Incluso podríamos notar alguna similitud aparente en como en el pasado el rey Salomón recibió encomiablemente la visita de la reina de Sabá y parece llevándola a una gira o algo similar. Sin embargo, no hay ninguna profecía de juicio que siguió a la recepción de Salomón a la reina de Sabá. Mas bien, ese encuentro entre Salomón y la reina de Sabá sirvió para glorificar a Dios.
Bueno, debemos tener en cuenta que nuestro relato en 2 Reyes no responde a esa pregunta. Tampoco el relato paralelo en Isaías. Sin embargo, el relato en 2 Crónicas tiene algunas declaraciones que nos dan un poco más de lo que está sucediendo. Primero, 2 Cr. 32:25 dice que Ezequías mostró orgullo después de su curación de esta enfermedad, y no expresó suficientemente su gratitud hacia Dios, y es por eso que la ira vino sobre Judá y Jerusalén. Pero ese capítulo continúa para ver algunos versículos más adelante en 2 Cr. 32:31 que Dios usó a los enviados de Babilonia para probar a Ezequías y ver qué había en su corazón, y que Dios había mandado a los enviados para que pudieran conocer acerca de la señal que Dios le había dado a Ezequías con respecto a su curación.
Ahora, esos versículos no responden a todas nuestras preguntas. Pero aquí hay una forma posible de que encajen. El corazón de Ezequías después de su curación estaba siendo probado de orgullo cuando llegó Babilonia. Es posible que Ezequías usara esa visita de los de Babilonia como una ocasión para exaltarse a sí mismo en lugar de a Dios. Si el relato de 2 Crónicas sugiere que se suponía que la visita era una oportunidad para mostrar la obra de Dios en la curación de Ezequías, nuestro relato aquí en 2 Reyes parece que Ezequías lo convirtió en una oportunidad para mostrar toda su riqueza. Si la gira de Salomón para la reina de Sabá enfatizó la sabiduría de Dios que ordenó el reino de Salomón de manera inteligente, el versículo 13 parece mostrar a Ezequías haciendo alarde de todos sus tesoros terrenales. Donde la reina de Sabá fue inspirada para tomar y alabar el nombre del SEÑOR después de su excursión con Salomón, nuestro pasaje de hoy guarda silencio con respecto al nombre del SEÑOR. Ni Ezequías ni los enviados de Babilonia están registrados como dando gloria a Dios por todas las tremendas riquezas que Ezequías había mostrado. Entonces hay similitudes superficiales.
Entonces, el relato de 2 Crónicas completa algunos detalles más que nos ayudan a comenzar a pensar en lo que está sucediendo aquí. Sin embargo, 2 Reyes no elige registrar esos detalles para nosotros. Eso significa que 2 Reyes está particularmente interesado en que notemos otras cosas. Si bien podemos observar una conexión de la justicia poética con las acciones de Ezequías en el sentido de que perderá ante Babilonia todos los tesoros que les mostró apresuradamente, el texto continúa resaltando la respuesta de Ezequías a ese juicio. El versículo 19 muestra que comprende que la profecía del juicio no es para sus días. El versículo 19 dice: “Buena es la palabra del SEÑOR que has hablado”. Porque pensó: “¿Porqué no, si habrá paz y seguridad en mis días”?
Básicamente, hay dos formas en que podemos tomar tal declaración. Podríamos tomarlo como una afirmación estrictamente egoísta: que a él no le importan los problemas futuros mientras tenga paz en su propia vida. O podríamos tomar como una respuesta humilde que se ha entregado a sí mismo al justo juicio de Dios y está agradecido de que se haya dado una medida de misericordia para retrasar el juicio. Podríamos pensar en cómo respondió Job a su tribulación diciendo que el SEÑOR da y el SEÑOR quita. Puede haber humildad en que acepte el castigo del SEÑOR por la justicia. De hecho, el relato de 2 Crónicas nuevamente parece útil aquí, y parece sugerir algo más en la línea de la humildad. 2 Cr. 32:26 dice que la razón por la que esta ira no cayó sobre ellos en los días de Ezequías fue porque Ezequías se humilló del orgullo de su corazón. Entonces, quiero darle el beneficio de la duda al versículo 19 y encontrar la lectura más positiva posible.
Pero nuevamente, 2 Reyes no eligió decirnos lo que dijo 2 Crónicas. Las cuestiones de orgullo y humildad no se plantean explícitamente en nuestro pasaje de hoy. Entonces, 2 Reyes opta por poner nuestro enfoque en otra parte. Y aquí creo que es donde viene el enfoque de 2 Reyes. Creo que tenemos la intención de comparar y contrastar las dos escenas en el capítulo de hoy. Para Ezequías, cuando la enfermedad personal lo atacó y Dios declaró un terrible juicio de muerte sobre Exequias y él mismo personalmente tomó ese juicio como una invitación a orar por la misericordia de Dios. Él suplicó, lloró y se humilló y Dios se apresuró a mostrar misericordia. Pero cuando Dios declaró un juicio terrible para el futuro que robarían a sus descendientes su tesoro e incluso algunos de sus propios hijos se convertirían en eunucos en Babilonia, se contenta con aceptar el juicio del SEÑOR. ¿Porqué no ver eso como una invitación a orar por misericordia? ¿Porqué no arrodillarse y volver a suplicar, llorar y lamentarse por tal juicio declarado? ¿Porqué no ver ese juicio declarado para el futuro como solo un futuro posible a la luz de la misericordia de Dios? ¿Porqué no decir lo que David había dicho cuando oró por su hijo moribundo que Dios dijo que moriría?, “¿Quién sabe si el SEÑOR tendrá misericordia de mí”?(2 Sam. 12:22).
Y seguramente las dos escenas de nuestro capítulo de hoy están destinadas a ser comparadas entre sí. Cuando comparamos estas dos escenas una al lado de la otra, no podemos escapar del hecho de que Ezequías lloró y oró contra el juicio del SEÑOR cuando su propia vida estaba en juego. Pero cuando lo que estaba en juego era el bienestar de sus futuros descendientes, se contenta con aceptar humildemente la palabra del SEÑOR y simplemente está agradecido de que haya paz y seguridad en los quince años que le quedan de vida. Lamentablemente, será el hijo de Ezequías, Manasés, quien será criticado más específicamente por el motivo por el cual se le permitirá a Babilonia conquistar Jerusalén, porque Manasés viviría una vida muy, muy malvada como rey. ¡Si tan solo Ezequías mostrara más preocupación aquí por sus hijos! Pero no puedes evitar ver el contraste aquí de que Ezequías muestra más preocupación ante el SEÑOR por salvar su vida que por sus hijos y su reino después de su partida. Por supuesto, ¿realmente puedes culparlo? ¿Cuántos de nosotros hubiéramos hecho algo diferente? Satanás en Job 2: 4 dice algo que seguramente es demasiado cierto para nosotros: “Todo lo que el hombre tiene, lo dará por su vida”. Al final, la mayoría de nosotros valoramos nuestras vidas por encima de todo lo demás. ¿Podemos culpar al piadoso Ezequías por hacer eso? No puedo decir estrictamente que haya hecho algo mal. Sin embargo, podría haber hecho algo más que hubiera estado mucho mejor.
¿Cuál es el punto? El rey Ezequías era un rey muy encomiable del linaje de David, pero no era el rey prometido para el pueblo de Dios. Si preguntáramos de Ezequías: “¿Es el que ha de venir o buscaremos a otro?” la respuesta es que tenemos es de buscar otro. Ese rey que viene de la línea de David es el Rey Jesús. Recuerda su perspectiva. Dio su vida por sus ovejas. No hay amor más grande. Justo antes de la muerte de Jesús, vemos su oración en Juan 17, que se consume en gran medida con la preocupación por sus discípulos y los que vendrían después de ellos. Por eso Jesús murió en la cruz, para salvar a su pueblo elegido y asegurar un futuro reino eterno. “Por tanto, Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio el nombre que es sobre todo nombre”. Este Señor Jesús, a quien Dios resucitó de los muertos al tercer día, es nuestro Rey. En Jesús, conocemos las múltiples misericordias de Dios y encontramos la gracia para las pruebas que tenemos ante nosotros.
Tomemos entonces del pasaje de hoy la aplicación práctica de la oración. Oremos con valentía, incluso cuando toda esperanza terrenal parezca perdida. Oremos no solo por nuestra propia paz y seguridad, sino también por los demás. Dejemos que nuestras oraciones modelen incluso como esa mente sacrificada de Cristo que estamos llamados a tener hacia los demás. Y en todo esto, regocijémonos por el gozo que se nos presentó. A cada uno de nosotros en Cristo se nos ha concedido misericordiosamente la vida, no solo quince años más, sino la vida eterna. Esa vida eterna será de paz y seguridad en un reino glorioso que está por venir. Dejemos que nuestras oraciones se ocupen de los problemas que enfrentamos aquí y ahora. Pero que también nos dirija a nosotros y a otros hacia esa gloria que espera a todos los que ponemos nuestra esperanza en Jesús.
Amén.
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