Ningún Rey como Él, se Volvió al Señor con todo su Corazón

Sermón predicado en 2 Reyes 23:1-30 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 06/12/2020 en Novato, CA.

Sermón

Traducido por el Diácono Diego Merino.

En el Capítulo 21, vimos que el padre y el abuelo del rey Josías, Manasés y Amón, hicieron que la gente se olvidara del SEÑOR. En contraste, aquí Josías hace que la gente se arrepienta y recuerde al SEÑOR. Josías hace que el pueblo recuerde su pacto con Dios y cómo Él los redimió poderosamente. Josías les hace recordar la ley que Dios les había dado y que se suponía que los gobernaría. Vemos aquí un registro maravilloso de arrepentimiento y reforma bajo el liderazgo del rey Josías.

Esto es especialmente maravilloso cuando recordamos el contexto del último capítulo. Recuerde que encontraron el Libro de la Ley en el templo y Josías se dio cuenta de que no lo habían estado cumpliendo. Es esa Escritura recuperada la que impulsa a Josías a tal arrepentimiento y reforma que vemos en el capítulo de hoy. Y sin embargo, en el último capítulo Josías también recibió la profecía de que si bien habría paz en sus días, después de eso habría caída y destrucción para Judá. Sin embargo, ese futuro no impide que Josías busque una reforma y renovación masivas. En todo caso, parece estimularlo. No puedo evitar preguntarme si Josías estaba pensando como su antepasado David, que quién sabe si tal vez el SEÑOR todavía tenga misericordia a pesar de la profecía de juicio. Y entonces vemos un poderoso regreso al SEÑOR en este capítulo bajo este gran rey reformador Josías.

Este arrepentimiento y reforma comienza primero con la renovación del pacto nacional. Este es nuestro primer punto, ver el liderazgo de Josías para renovar el pacto de Dios con la nación en Jerusalén. Esto está en los versículos 1-3. Y entonces, vemos al rey Josías convocar una asamblea masiva. Él reúne a todo el pueblo, pequeños y grandes. Aprecio especialmente en como reúne a los líderes. No solo trae a los ancianos, sino que vemos que esta es una asamblea que incluye al profeta, el sacerdote y el rey. La nación entera está siendo renovada en el pacto nacional con el SEÑOR.

Realmente me emociono cuando veo la participación del profeta, sacerdote y rey aquí, en esta ceremonia de renovación del pacto. Algo que hemos notado recientemente en nuestro estudio del miércoles por la noche es cuán pervertidos se habían vuelto los oficios de profeta, sacerdote y rey. En la caída final de Judá y Jerusalén ante Babilonia ese fue especialmente el caso. Pero aquí, estos líderes que realmente deberían haber sido los defensores del pacto entre la nación, se están renovando ellos mismos en ese pacto. ¡La verdadera reforma debe incluir a todas las personas, y especialmente al liderazgo!

Entonces, vemos que el rey Josías es quién los dirige en esta renovación del pacto. El escenario de esta asamblea no es solo en Jerusalén, sino también en el templo, ya que él mismo está de pie junto a una columna en el templo. Así como Moisés y Josué habían servido en el pasado como mediadores del pacto entre Dios y el pueblo, aquí el mesías, el rey Josías, desempeña ese papel. Y observe como la Palabra de Dios aparece en esta ceremonia de renovación del pacto. Josías lee el Libro del Pacto en presencia de esta asamblea santa. Esta es la misma Escritura que se encontró descuidada en el templo. Aquí, lo vemos haciendo algo que se suponía que debía hacerse cada 7 años según Deuteronomio 31: una lectura formal de la ley. Se suponía que la ley del pacto estaba ante ellos regularmente como pueblo en diferentes maneras. Colocados en los postes de sus puertas, en sus labios, enseñado a sus hijos, etc. Aquí, en la ceremonia formal de renovación del pacto, el rey Josías lee públicamente estos importantes textos bíblicos que detallan la ley y el pacto.

Podemos notar que en el versículo 3 dice que Josías “hizo” un pacto ante el SEÑOR. El pueblo se unió a él en este pacto. Por un lado, podríamos decir que el pueblo ese día hizo un nuevo pacto con el SEÑOR ya que habían roto repetidamente el antiguo. De hecho, el texto aquí lo pone en ese lenguaje de hacer un pacto. Pero debemos señalar que en realidad no están formando un nuevo pacto en el sentido de redactar nuevos términos para el pacto. No, la razón por la que releen el Libro del Pacto es porque contiene los términos de su pacto. Entonces, lo que finalmente están haciendo es restablecerse en este pacto existente que se hizo en el Sinaí. Se están volviendo a comprometer en guardar todas las leyes, estatutos y mandamientos requeridos bajo ese Pacto Mosaico. Este capítulo continúa mostrándoles que deben esforzarse para hacer esto. Vemos repetidas referencias en este capítulo de que sus reformas se hicieron para que pudieran estar en consonancia con lo que requería la ley del pacto.

Les recuerdo que cada semana que nos reunimos como iglesia también es una forma de ceremonia de renovación del pacto. Ese es especialmente el caso cuando participamos de la Santa Cena, pero es cierto en general. Estamos recordando el nuevo pacto en el que se nos hizo partícipes por la sangre derramada por Jesucristo y por nuestra fe en Él. Estamos siendo renovados en el llamado a la fe y al arrepentimiento y volviendo a comprometernos a seguir mirando por la gracia de Dios para vivir de acuerdo con sus leyes.

Pasemos ahora a nuestro segundo punto y observemos toda la reforma y purificación que el rey Josías trajo al país. Y déjame empezar por aclarar ese punto. Si bien hay muchas personas en el país que llevan a cabo estos actos de reforma, el texto enfatiza el liderazgo de Josías. Solo mira la gramática. Es Josías, a lo largo de este capítulo, el que se coloca como sujeto de los diversos verbos que describen la reforma. Este es el verdadero liderazgo para la reforma necesaria desde hacía mucho tiempo.

Entonces, repasemos y observemos las diversas reformas nacionales. Podemos notar que todos estos son del primer y segundo mandamiento. Según el primer mandamiento, está restableciendo el monoteísmo en el país. El monoteísmo bíblico dice que hay un solo Dios, y Él es el Dios de la Biblia, el mismo que redimió a Israel de Egipto y entró en un pacto especial con ellos en el Monte Sinaí. Y entonces, vemos las acciones de Josías aquí para detener la adoración de dioses falsos. Este Dios, y solo este Dios, debe ser adorado y servido. Y según el segundo mandamiento, el único Dios verdadero ha dicho cómo quiere y cómo no quiere ser adorado. Y entonces, vemos aquí las acciones de Josías poner fin a las formas de adoración no bíblicas.

Al caminar a través de las reformas, vemos un trabajo importante realizado para purificar el templo. En los versículos 4 y 6, vemos que Josías hizo que los sacerdotes retiraran del templo la adoración de Baal y Asera. También vemos en los versículos 4 y 11 que Josías había eliminado diferentes elementos de la astrología, donde la gente había estado adorando allí en el templo a las estrellas, planetas, y especialmente al sol. ¡Qué tristeza que el templo del SEÑOR se haya convertido en una casa de adoración politeísta! Qué alegría ver a Josías purificando el templo de esos falsos dioses paganos.

Además de reformar y purificar el templo, Josías también tomó acción en cuanto a toda la adoración en los lugares altos de Judá. Recuerde, los lugares altos eran los altares alternativos fuera del templo en Jerusalén. Dios había ordenado un altar central entre la gente y lo había elegido que esté en Jerusalén. Estos lugares alternativos conocidos como lugares altos eran de dos tipos. Algunos eran simplemente altares alternos al SEÑOR Dios de Judá, en cuyo caso eran una violación del segundo mandamiento.

Es probable que este tipo sea el que está en mente en los versículos 5, 8 y 9, cuando también se habla de Josías destituyendo a los sacerdotes asociados con esos lugares altos. Según el versículo 9, estos sacerdotes probablemente eran sacerdotes levitas que estaban facilitando la adoración del único Dios verdadero en estos lugares altos. Ese parece ser el entendimiento correcto, ya que el versículo 9 dice que después de que Josías los depuso de servir en estos lugares altos, no sirvieron en el altar de Jerusalén, sino que comieron pan sin levadura con sus hermanos. Eso parece significar que estos sacerdotes depuestos pudieron regresar en parte al servicio en el templo de Jerusalén, pero no al servicio completo que incluiría servir en el altar. Por cierto, observe que lidiar con los altares de los lugares altos incluyó los altares no autorizados en el propio complejo del palacio de Josías. El versículo 12 lo registra quitando a estos también. Podemos notar que el versículo 12 sí habla de que fueron autorizados por los reyes de Judá, como Manasés. Pero la ley de Dios no autorizaba al rey a tener sus propios altares personales. La ley de Dios autorizó al rey a tener su propia Biblia personal (Deut 17:18). ¡Hay una lección ahí, estoy seguro!

El otro tipo de los lugares altos es del tipo que vemos en el versículo 13, que eran incluso mucho peor. Estos eran altares a otros dioses paganos, a los dioses falsos de las naciones, una violación del primer mandamiento. Lamentablemente, algunos de estos se remontan a los días del rey Salomón, quien los había erigido para sus esposas extranjeras que le habían descarriado su corazón. El versículo 14 también hace referencia a otros lugares altos para la adoración de Asera. Y luego tienes este atroz lugar de adoración que se menciona en el versículo 10, donde se realizaba el sacrificio de niños como ofrenda a Moloc. Josías se deshace de todo esto, limpiando el país de toda esta adoración politeísta de dioses falsos.

El versículo 24 agrega una lista adicional de adoración falsa que Josías eliminó de la tierra. Se deshizo de todas las diversas formas de brujería y hechicería. También se deshizo de todos los dioses domésticos e ídolos que tenía la gente. No nos dice exactamente cómo logró hacer todo esto. No habría sido muy fácil el ir a algún lugar público conocido como lugar alto para eliminar la falsa adoración. Pero esto habría requerido un contacto más individual con la gente, especialmente cuando se trataba de sus dioses domésticos. Parece difícil imaginar que esto tuvo éxito a menos que Josías hubiera podido realmente comenzar a llegar al corazón de la gente. Pero tenemos todas las razones para pensar que lo hizo. Algunos comentaristas quieren sugerir lo contrario, ya que la generación posterior a Josías volvieron a cometer iniquidades. Algunos han sugerido que esta rápida reversión se debe a que la gente acababa de seguir a Josías y en realidad no había habido cambio en sus corazones. Pero el texto no arroja ninguna muestra sobre la gente experimentando un cambio real aquí. De hecho, ya habíamos notado que el pueblo mismo se unió a Josías para restablecer el pacto con Dios. Entonces, estamos agradecidos de ver que las reformas de Josías pudieron erradicar la brujería, la hechicería y otros dioses domésticos en los que la gente individualmente habría participado previamente.

Muchas reformas y purificación por parte de Josías se dio en la tierra de Judá. Pero sus reformas también continuaron más allá del área anteriormente conocida como el reino del norte de Israel. Vemos sus reformas allí cuando habla de lo que hizo tanto en Betel, versículos 15-16, como en el territorio de Samaria, versículos 19-20. Recuerde, esta es el área que previamente había sido conquistada por Asiria, quien luego exilió a la mayoría de los israelitas a tierras extranjeras. Entonces, Asiria había re poblado con expatriados de todo su imperio en esta región de Samaria. Recuerde cómo después de que los leones comenzaron a atacar a los pueblos expatriados, Asiria trajo un sacerdote israelita para enseñar a la nueva población en como adorar al SEÑOR Dios de Israel. El resultado fueron los pueblos samaritanos que eran una especie de mestizos religiosos. Se mezclaron, teniendo algo de sangre israelita y sangre extranjera. La religión también era parte de la adoración al SEÑOR Dios de Israel y parte a la idolatría pagana. Y entonces, aquí, Josías va a este reino del norte de Israel y comienza a traer reformas religiosas incluso allí. Debemos señalar que en este momento, el poder y el alcance de Asiria habían disminuido considerablemente. Se estaban acercando a su desaparición y cayeron ante los babilonios. Entonces, podemos apreciar que el clima era propicio para que Josías regresara a estas tierras históricamente israelitas y comenzara a reclamarlas para el SEÑOR.

Las reformas de Josías en Samaria incluyeron la ubicación de Betel. Recuerde, este era el principal lugar de adoración del reino del norte de Israel. Jeroboam había erigido allí un becerro de oro con el cual Israel iba a adorar al SEÑOR Dios de Israel que los sacó de la tierra de Egipto. Josías no solo va y profana este altar idólatra en Betel, sino que también está cumpliendo la profecía de siglos anteriores. Recuerde que un profeta anónimo de Judá vino al rey Jeroboam en algún lugar después del año 900 d.C. y profetizó por nombre de que un Josías del linaje de David vendría y haría la purificación y reforma que vemos registrada en el pasaje de hoy. Puede ver a ese profeta incluso que se le hace referencia en el versículo 16. ¿Ve cuán trascendental fue toda esta reforma?

La última cosa a tener en cuenta sobre su reforma es que incluyó la poderosa celebración de la Pascua descrita en los versículos 21-23. Podemos señalar algunas cosas al respecto. Primero, de acuerdo con lo que acabamos de discutir, incluyó al remanente del reino del norte de Israel; no leemos sobre eso aquí, pero está en el relato de 2 Crónicas (35:18). En segundo lugar, era una conmemoración que era de naturaleza bíblica según el versículo 21. En otras palabras, buscaban obedecer la Palabra de Dios no solo al guardar la fiesta de la Pascua, sino que eran muy meticulosos en como la guardaban, para asegurarse de que estaban siguiendo la Palabra de Dios. En tercer lugar, se dice que esta celebración ha superado el hecho de que todas las generaciones anteriores la mantuvieron, desde la época de los jueces. Sabemos que a veces realmente no lo guardaban en absoluto. Pero aquí parece tener especialmente en cuenta que la forma en que lo guardaban, era cualitativamente superior. No se nos dan detalles, pero podríamos imaginar que eso significaba que era lo más fiel a cómo la Biblia se requería ser conservada. Cuarto, podemos notar aquí que fue bajo el liderazgo del rey Josías que se celebró una Pascua tan grandiosa y gloriosa. Como hemos visto hoy, el rey Josías fue un gran y glorioso rey reformador. ¡Oh, cuánto la gente necesitaba por mucho tiempo un rey así!

Esto nos lleva a nuestro último punto, a considerar cómo aún permanecía la ira de Dios sobre Judá y Jerusalén. Deténgase un momento y piense en lo que hemos visto aquí del rey Josías y lo que trajo al país. Como persona, el texto comienza y termina enfatizando que se volvió a Dios con todo su corazón y alma, versículos 3 y 25. Esto es lo que requería la ley. Deuteronomio 6: 5, “Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. El Nuevo Testamento dice que este es el mayor mandamiento de todos. Esto es lo que se registra del rey Josías. Él hizo todo esto. Ese es el lenguaje del arrepentimiento. Se arrepintió en nombre de su nación que hacía mucho que no hacían esto. E hizo y comenzó a vivir para Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerzas.

Y mostró este arrepentimiento con mucho fruto. Recuerde en el Nuevo Testamento, cuando algunos líderes religiosos vinieron a Juan el Bautista para recibir el bautismo de arrepentimiento, él les advirtió que mostraran su arrepentimiento con frutos de arrepentimiento. Bueno, el arrepentimiento de Josias aquí no es solo una palabrería. Su liderazgo en la nación implicó arrepentimiento y mucho fruto. Lideró a la gente en una audaz y renovada observancia de la ley de la que nunca se había visto. ¡La obra de este rey reformador incluso había sido profetizada durante siglos que vendría y guiaría al pueblo en tal reforma y justicia!

Sin embargo, llegamos a los versículos 26 y 27. La ira de Dios aún permanecía. El propósito de Dios de desechar a Judá y Jerusalén no había cambiado. La palabra para comenzar esto en el versículo 26 es “todavía” en nuestras Biblias de las bancas. Es una palabra enfática que resalta el contraste dramático. Después de todo el arrepentimiento de Josías y Judá, Dios todavía no se apartó de su gran ira. Manasés había sido el rey más malvado de la historia de Judá, pero ahora se podía decir que había llegado el rey más justo, el rey más respetuoso de la ley en la historia de Judá. Pero no fue suficiente para apartar la ira de Dios.

Podríamos preguntar, “¿Por qué no?” Podríamos preguntarnos, ¿no es este el mensaje repetido en las Escrituras de que Dios es un Dios misericordioso para aquellos que se arrepienten con humildad y se vuelven y miran de caminar en obediencia? Pero note lo que falta en esto. Nuestro texto nos lo dice en el versículo 21. La ira de Dios no ha sido apartada. Lo que falta aquí es la propiciación. Eso es literalmente lo que significa la palabra propiciación. Significa apartar la ira de Dios a través de una ofrenda o sacrificio. Para decirlo de otra manera, ninguna cantidad de observancia a la ley puede disipar tu culpa después de haberla violado. La ley dice “Maldito todo el que no obedezca todo lo que está escrito en el libro de la ley” (Gálatas 3:10). Ese es el estado de Judá bajo el rey Josías. Ningún esfuerzo por mas grande que sea de obedecer nuevamente puede expiar todos los pecados que ya han cometido. El arrepentimiento sin una propiciación satisfactoria no te salvará.

Es interesante notar que con todas las reformas mencionadas, solo implica el sistema de sacrificios. A diferencia de por ejemplo, cuando David trajo el Arca a Jerusalén o cuando Salomón dedicó el templo. En esas ocasiones de renovación del pacto se ofrecieron muchos sacrificios. No me malinterpretes. No estoy diciendo que no ofrecieron sacrificios para expiar sus pecados. Por eso purificaron el altar del templo, para que pudieran ofrecerlo. Esa es una gran parte de la celebración de la Pascua, es el sacrificio de los corderos de la Pascua. Pero el texto no nos lo dice explícitamente a cerca de esto. Y en el contexto del versículo 26, que la ira de Dios permaneció, realmente es innecesario llamar mas la atención sobre eso. Porque el versículo 26 nos dice lo que Hebreos 10: 4 nos diría más tarde: “Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quiten los pecados”. Sí, eso es lo que representó y tipificó el sistema de sacrificios: el alejamiento de la ira de Dios mediante un sacrificio para expiar el pecado. Pero finalmente, solo eran imágenes de la necesidad. Ellos, por sí mismos, no podrían realizar el trabajo de la verdadera propiciación. Y tampoco el asombroso rey reformador Josías pudo apartar la ira de Dios con un arrepentimiento sincero y una obediencia renovada. Solo para recordar realmente este punto de la insuficiencia de Josías, después de ser responsable de la mayor conmemoración de la Pascua hasta la fecha, la celebración del Éxodo de Egipto, el rey Josías es asesinado fácilmente por el faraón egipcio. Deja que podamos asimilar esto por un momento.

Si estás buscando un candidato para el mesías dentro de la línea de David, qué candidato mas asombroso tenemos en Josías. Él trajo nuevo arrepentimiento y obediencia de corazón a Judá. Comenzó a reunir a las tribus perdidas de Israel en un solo pueblo. Trajo una gran reforma de adoración a la tierra. Pero no pudo expiar nuestro pecado. Como un buen candidato que era para el trabajo del mesías davídico, no tuvo éxito en apartar la ira de Dios sobre el pueblo debido al pecado del pueblo.

Eso vino en la persona de Jesucristo. Como declaró Juan el Bautista cuando vio a Jesús: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Se declara que Jesús es la propiciación por nuestros pecados en 1 Juan 2: 2, 4: 4 y Romanos 3:25. Y Gálatas 3:13 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición”, hablando de la cruz mientras colgaba allí llevando la ira de Dios por nosotros y en nuestro lugar. Eso lo vimos cuando clamó en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Y así, afirmamos nuevamente hoy la doctrina de la expiación. En la manera que mas nos arrepintamos y por la observancia de la ley no nos salvará de nuestros pecados. No importa cuánto te arrepientas de tus pecados e incluso si pasas toda tu vida tratando de expiarlos con buenas obras, eso no te salvará. La ira de Dios contra tu culpa y tu pecado es demasiado grande. Pero hay una cosa, y sólo una cosa, que puede apartar la ira de Dios de ti. Es el sacrificio de Jesucristo en la cruz.

Y así, hoy les anuncio a Cristo crucificado nuevamente. Sí, que nos arrepintamos de nuestros pecados y busquemos vivir una nueva vida. Pero no nos aferremos en ello para el perdón de nuestros pecados. Descansa en cambio en la gracia que se encuentra solo en el sacrificio de Jesucristo que hizo en la cruz. Amén.

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