Sermón predicado en Hebreos 4:12-16 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 5/20/18 en Novato, CA.
Sermón
Traducido por el Diácono Diego Merino.
Hebreos 4:12-16
5/20/18
“En Tiempo de Necesidad”
Las últimas dos semanas en Hebreos hemos estado lidiando con la advertencia que dio en el Salmo 95. Ese salmo recuerda como la generación que Dios sacó de Egipto se alejó en gran medida cuando el tiempo de las pruebas llegaron en el desierto antes de entrar en la Tierra Prometida. Dios no dejó que los que cayeron en la incredulidad entraren en su reposo. Pero el Salmo 95 también habló de aquellos que Dios trajo a la Tierra Prometida. Hebreos mostró desde el Salmo 95 que aún estaban esperando un mayor descanso por venir. Entonces necesitaban mantener su fe y confianza en Dios para que ellos también no se pierdan de entrar en el descanso prometido de Dios. La aplicación es nuevamente para nosotros, que también estamos esperando por ese descanso final. Sí, hemos sido redimidos del pecado por la muerte y resurrección de Jesús. Hemos nacido de nuevo como nuevas criaturas por su Espíritu. Pero todavía estamos esperando por la gloria. Mientras tanto, somos peregrinos en esta tierra. Eso significa que al mismo tiempo, tendremos pruebas y tentaciones a nuestra fe. Y así, aunque hemos tocado algunos de estos versículos la semana pasada, quería pasar una semana más aquí para ver más acerca de la ayuda que está disponible para nosotros durante nuestro tiempo de peregrinación terrenal. Y así hoy, consideraremos primero la Palabra que expone, luego a nuestro sumo sacerdote compasivo, y este gran trono al que tenemos acceso.
Comenzando entonces con esta palabra que expone, empecemos en los versos 12-13. Este es un versículo que a menudo se enseña fuera de contexto. Pero les recuerdo el contexto que resalté la semana pasada. El punto principal al mencionar la Palabra de Dios aquí no es inmediatamente acerca de la ayuda que tenemos en ella. Más bien, es parte de la advertencia que Hebreos ha estado dando. Recuerden, que cuando Hebreos hacía referencia a esa generación del desierto, estaba haciendo referencia a las Escrituras de Números 14. Ese pasaje en Números terminó con Dios condenando la falta de fe que la gente tenía. Dios entonces juró que no entrarían en su reposo, que tipológicamente significaba para ellos que no entrarían en la Tierra Prometida. Entonces, ¿qué hicieron? Actuaron en cierto sentido como si estuvieran arrepentidos. Cuando Moisés les dio la respuesta de Dios a sus quejas de que Él no les daría la tierra ahora, ellos se afligieron. Luego dicen que irían a atacar a los cananeos con valentía. Mencioné la analogía la semana pasada, que es como un niño que no obedecerá a sus padres hasta que el castigo está cerca. Entonces, de repente, cambian su tono y tratan de salir de su castigo tratando de cumplir. Pero un buen padre sabrá que necesita seguir disciplinando al niño para enseñarle para el futuro que necesita obedecer la primera vez, no sólo cuando ven la mano del castigo a punto de llegar. Y así, esa generación del desierto intentó cambiar su comportamiento y comenzar a obedecer a Dios una vez que Dios les dio el castigo. Pero Dios dijo que era demasiado tarde. Sin embargo, Israel presuntuosamente lo intentó de todos modos. Intentaron atacar y tomar la Tierra Prometida de los cananeos y los amalecitas. Moisés les rogó y trató de advertirles que no lo intentaran; pues Dios no estaba ya con ellos. Moisés les dijo que caerían por la espada si lo intentaban. Y eso es exactamente lo que sucede. Y así, es esa imagen que está en mente aquí cuando Hebreos dice que la Palabra de Dios es más aguda que cualquier espada de dos filos. Todavía está lidiando como con lo que pasó con esa generación del desierto y se aplica todavía a nosotros. Para nosotros, la advertencia del Salmo 95 es no caer en el mismo error, esa es la espada que se mantiene contra nosotros. Si no prestamos atención a esa advertencia, si endurecemos nuestro corazón contra Dios, si no continuamos confiando en Él en fe, la Palabra de Dios se pondrá en contra de nosotros. El juicio de Dios vendrá sobre nosotros de una manera mucho mayor que cualquier espada cananea o amalecita. Un comentarista lo expresó así: “aquellos que permanecen insensibles a la voz de Dios en las Escrituras pueden descubrir que la Palabra de Dios es también un arma letal” (William L. Lane).
Con ese contexto de advertencia en mente, vemos el poder de la Palabra de Dios descrita aquí. Primero, dice que la Palabra de Dios es viva y poderosa. Vea aquí la conexión entre Dios y su Palabra. Cuando una persona de integridad habla, el peso de sus palabras se relaciona con el peso de la persona. El lenguaje puede ser eficaz ya que logra lo mismo que dice. El poder de la Palabra de Dios fue vista muy vívidamente al principio cuando creó el mundo por su Palabra. Él dijo, “que haya luz”, y la luz se hizo. Y así, si Dios jura no dejará que alguien entre en su reposo, la misma afirmación es también una acción. Por esas mismas palabras, Dios hace un juramento que Él seguramente mantendrá. No entrarán a su reposo. Una vez más, la naturaleza viva y poderosa de la Palabra de Dios regresa a la naturaleza viva y poderosa de Dios mismo. Si un ser humano hace un juramento, tenemos la esperanza de que él lo mantendrá, pero lamentablemente posiblemente no lo haga. Pero cuando el Dios vivo y poderoso habla, sus palabras son verdaderas; sus juramentos son seguros; sus afirmaciones son ciertas; sus promesas serán mantenidas; y por lo tanto sus advertencias deben mejor de ser atendidas.
La Palabra se describe en términos de su capacidad de perforar en lugares donde ninguna espada humana puede alcanzar. Aquí es donde se habla en el versículo 12 de la perforación, incluso a la división del alma y el espíritu, y de las articulaciones y la médula. Así como las referencias al alma y al espíritu aquí son sinónimos para la parte inmaterial de la existencia humana, mientras que las articulaciones y la médula representan la parte física y material de la existencia humana. Y así, está diciendo como esta espada – la espada que es las Escrituras – esto puede perforar y afectar no sólo a tu cuerpo, sino que puede llegar al núcleo de tu ser. Te puede golpear en el corazón, y no me refiero al corazón físico.
Esto se describe aún más cuando se dice que puede discernir o juzgar incluso los pensamientos y las intenciones de nuestro corazón. Allí la analogía de la espada comienza a caer y nos hace ver como la Palabra puede hacer lo que ningún humano puede hacer a otro. No podemos leernos las mentes. De hecho, si asumimos lo peor de alguien al atribuirles malos pensamientos, los estamos juzgando pecaminosamente. Del mismo modo, si impugnamos sus motivos sin una amplia evidencia, volvemos a equivocarnos. Ni las espadas humanas ni el ingenio humano pueden realmente sumergirse en el corazón de otro hombre. Tenemos problemas a veces incluso en la comprensión de nuestros propios corazones pecaminosos, engañosos. Pero no la Palabra de Dios. Esta corta el corazón como nada más lo puede hacer.
El versículo 13 lleva a la conclusión final aquí sobre la Palabra. La transición de la Palabra de Dios, a Dios mismo, dice que nos quedamos completamente expuestos por la habilidad de Dios para ver en nuestros corazones. Todo sobre nosotros está desnudo y puesto al descubierto ante Dios que lo ve y lo sabe todo. Esto es lo que la Palabra de Dios hace. Nos expone ante el Dios que todo lo ve. Recuerda el jardín cuando el hombre pecó por primera vez. Allí notamos por primera vez nuestra desnudez. Y allí tratamos de escondernos de Dios. Pero, por supuesto, no podíamos escondernos de Dios. Una vez más, vemos la advertencia traída aquí en pleno. Nadie se colará en la gloria de Dios. Nadie puede fingir su fe en el mundo por venir. Nadie puede engañar a Dios para que entren en su reposo. Sólo aquellos que verdaderamente confían en Cristo por fe, entrarán en la gloria. Por lo tanto, es por eso que Hebreos dice que necesitamos ser diligentes en ver que realmente estamos en la fe.
Al concluir este primer punto, me gustaría señalar la otra cara de esto. Aunque el poder de la Palabra de Dios se presenta aquí como parte de la advertencia contra la incredulidad, piensa en como la Palabra de Dios puede ser usada para el creyente. Esta Palabra penetrante y que expone es algo que deberíamos querer ahora mismo. Es mejor que la Palabra de Dios exponga una falla en nuestra fe ahora, que cuando estemos delante de Dios en el último día del juicio. Del mismo modo, mientras buscamos crecer en esta vida peregrina, esta Palabra poderosa y viva es algo que debemos abrazar como cristianos. Es tan útil en nuestra santificación, tener que atacar a aquellos deseos profundos del corazón o de esos motivos pecaminosos ocultos. Los cristianos saben que tan penetrante la palabra puede ser, desafiante, pero en última instancia es buena para nosotros y liberadora. Como creyentes, veamos como esta palabra puede ser de gran ayuda para nosotros durante nuestra peregrinación terrenal.
Volvamos ahora a nuestro segundo punto y consideremos a este sumo sacerdote comprensivo que tenemos. Estos son los versículos 14-15. Me encanta como la simpatía se contrasta aquí con el hecho de que Él está elevado en el cielo. El hecho de que ya no esté aquí en la tierra no significa que esté distante, despreocupado o inconsciente de nuestras luchas. Más bien, recuerden como en el Evangelio de Juan Jesús dice que es bueno que Él vaya porque entonces Él nos enviará el Ayudante, que es su Espíritu. Es a través del Espíritu que Él es capaz de cumplir su promesa de que siempre estará con nosotros, incluso hasta el fin de este tiempo.
Entonces, este gran sumo sacerdote puede simpatizar con nosotros. Esto es acerca a como el Hijo de Dios tomó en Él completamente la humanidad completa. Él fue hecho completamente como nosotros, con todas nuestras debilidades, e incluso tentaciones. Y Él nació en este mismo mundo maldito por el pecado, con todas las miserias asociadas con eso. Él sabe lo que es el hambre y la sed. Él conoce sobre la pérdida y la tristeza. Él sabe lo que es ser tentado en todo tipo de pecado. El punto aquí en el versículo 15 era que en cada tipo de tentación que atravesamos, Él lo experimentó. Y así, Él conoce nuestros problemas y angustias. No es como si fuera un rey que se sienta cobijado en el regazo y el lujo mientras pasa leyes que sólo afectan a los plebeyos o quien no tiene una verdadera comprensión de la vida. No, Él se convirtió en uno de nosotros y puede y se relaciona con nosotros plenamente.
Sin embargo dice, Él también era sin pecado. Algunos podrían pensar que lo hace menos capaz de relacionarse con nuestras tentaciones. Es cierto que Él no sabe lo que es fallar y caer en la tentación. Sin embargo, por otro lado, eso significa que conoce las tentaciones en el grado más fuerte. Piénsalo. ¿Cuántas veces has experimentado la tentación y has cedido bastante rápido? A veces realmente peleas y peleas antes de ceder. Pero a veces simplemente cedes rápidamente. Satanás ni siquiera tiene que desatar sus armas grandes. ¿Sabemos realmente la magnitud en ser tentados en cada cosa? Jesús lo sabe, porque Él experimentó la medida completa de la tentación en cada caso, desde que no se apresuró a ceder pero venció en pleno. Para eso, Él sabe como vencer la tentación. ¿Queremos que nuestra ayuda en la tentación venga de alguien como nosotros que constantemente fallamos? No, debemos querer que nuestra ayuda venga del que sabe como vencer la tentación. Deberíamos querer obtener ayuda del que nos da poder para superar esas mismas tentaciones. ¡Ese es nuestro gran sumo sacerdote, Jesús!
Si hay alguna duda del deseo y la capacidad de Jesús de simpatizar con nuestra debilidad, sólo recuerda que Él ya lo hizo en la cruz. En las palabras de Isaías 53, Jesús era un “varón de dolores, y conocido por el sufrimiento; y como uno de los cuales los hombres esconden sus rostros Él fue despreciado, y no lo estimamos. Seguramente Él ha soportado nuestras penas y llevado nuestros sufrimientos… Él fue herido por nuestras transgresiones; fue aplastado por nuestras iniquidades; sobre Él estaba el castigo que nos trajo la paz, y por sus llagas fuimos sanados“. Conociendo nuestras debilidades, conociendo nuestras mayores necesidades de primera mano, Jesús fue a la cruz por nosotros. Piensa en ese acto solo, las penas y las tentaciones que experimentó en el huerto de Getsemaní que lo conducía a la cruz. Cuando los soldados romanos armados vinieron a arrestarlo, Él no estaba preocupado por sus espadas humanas. Fue la espada de Dios la que causó estas penas. Eso es lo que Jesús experimentó por nosotros. Él se entregó a sí mismo para que la espada viva y poderosa de Dios le atravesara. Más aguda que cualquier espada de dos filos, Dios lo golpeó con su ira divina que debió ser para nosotros. Se puso ante esa espada para que pudiéramos ser salvos. Resulta que hay un escondite de la espada de Dios – ¡es en Jesús quien toma la espada por nosotros!
Para que Jesús ya haya simpatizado tanto con nosotros, no dudemos que Él seguirá haciéndolo. Si clamamos a Jesús, “Señor ten piedad de mí”, seguramente nos oirá y nos ayudará. Y así, tenemos a este gran sumo sacerdote al que podemos y debemos acudir para nuestra ayuda aquí y ahora en nuestras vidas terrenales peregrinas. Esto nos lleva entonces a nuestro tercer punto, a considerar este trono de gracia al que tenemos acceso, según el versículo 16. Imaginen la imagen que se pinta aquí. Después de la resurrección, el exaltado Jesús asciende a lo alto con el nombre que está por encima de todo nombre. Entonces Él es sentado ante el mismo trono de Dios, a su diestra. Él está sentado allí en poder y gran gloria, aun cuando Él está al mismo tiempo allí delante de Dios como nuestro sumo sacerdote. Entonces Hebreos nos invita a venir ante ese glorioso trono para buscar ayuda durante nuestra peregrinación terrenal.
Ciertamente hay un punto aquí que se desarrollará más a medida que seguimos estudiando en Hebreos. Lo veremos hablar de como Jesús es un sacerdote mejor que lo que tenían bajo el antiguo pacto, porque bajo el antiguo pacto sólo el sumo sacerdote levítico podía ir una vez al año en el Día de la Expiación ante el trono de la misericordia de la presencia de Dios en el tabernáculo terrenal. De allí pudo buscar la gracia y la misericordia para el pueblo de Dios. Así que, ahora, se nos dice que Jesús ofreció una expiación de una sola vez, no en el santuario terrenal, sino en el verdadero salón del trono celestial de Dios. Debido a eso, ahora cada uno individualmente tiene la capacidad de venir continuamente ante el trono divino de la misericordia de Dios tan a menudo como necesitamos ayuda, con nuestro sumo sacerdote allí también. Hay un gran acceso ahora a la presencia de Dios y ayuda que no teníamos antes.
Del mismo modo, dice que podemos venir confiadamente. A diferencia de la reina Esther que temía por su vida cuando se acercó sin invitación al rey persa, nosotros tenemos una invitación permanente del Alto Rey del Cielo. Y cuando nos acercamos, no necesitamos temer el juicio o la ira, porque nuestro pecado ya ha sido tratado, purgado, por Cristo. Así que, entonces podemos venir ante este trono de la gracia con una confianza y una paz que sólo se puede tener como aquellos que han encontrado refugio en Cristo.
¿Qué significa entonces venir ante el trono de la gracia? ¿Cómo podemos llegar a semejante trono? Seguramente, esto al menos significa oración. Tenemos una manera de traer nuestras peticiones de ayuda a Dios. Es en oración. Sin duda, una aplicación similar es lo que hacemos cuando nos reunimos para la adoración corporativa. En la adoración, juntos venimos espiritualmente ante el trono de la gracia y adoramos a nuestro Dios. Allí traemos de nuevo nuestras oraciones y alabanzas. Pero también recibimos sus bendiciones y su Palabra. Por lo tanto, vamos a acercarnos individualmente a Dios en nuestra vida de oración. Pero también vamos a acercarnos juntos cuando nos reunimos corporativamente en el día del Señor en asamblea santa.
¿Y qué está disponible para nosotros cuando llegamos a tal trono? El versículo 16 dice misericordia y gracia. La misericordia puede venir en forma de compasión en medio de nuestros muchos problemas y necesidades. Es un Rey misericordioso que se compadece de los sufrimientos de su pueblo y les da ayuda. La misericordia también puede venir en forma de perdón por el pecado. Sabemos que lo recibimos en abundancia a causa de la expiación de Cristo. Sin embargo, todavía es correcto pedir tal misericordia de nuestro amoroso Padre celestial cuando hacemos lo malo. En cuanto a la gracia, ese es el regalo positivo de favor, buena voluntad, ayuda u otros dones que recibimos de Dios. Puede ser la fuerza para vencer una tentación. Puede ser el don espiritual que se usa en algún tipo de ministerio. Puede sea el resultado necesario para ponerse en pie bajo la persecución. Tal gracia puede venir de muchas maneras. No descuidemos tal fuente de misericordia y gracia, pero volvamos a la fuente diariamente y a través de todo el día. Necesitaremos tal ayuda durante nuestro tiempo de necesidad en esta peregrinación terrenal.
En conclusión, hermanos y hermanas, hay una ayuda múltiple disponible para nosotros como cristianos mientras esperamos la gloria. La Palabra que expone no se opone a los cristianos, sino que nos ayuda en nuestra santificación. Nuestro sumo sacerdote tiene y sigue simpatizando con nuestras debilidades, listo para ayudarnos. Nuestro Señor ha ganado el acceso a un trono de gracia siempre allí para dispensar la gracia y misericordia. Vivimos en un momento de gran necesidad en este momento en la vida. Tendremos esas necesidades siempre. Pero agradecemos a Dios por sus provisiones para nosotros para el viaje.
La vida del peregrino puede parecer larga y dura ahora mismo. Pero la realidad es que un día llegará a su fin. Como hemos considerado cuánto necesitamos de este trono de gracia hasta entonces, recordamos lo que dice de ese trono en Mateo 25:31. Allí habla del final, cuando este peregrinaje venga a un final. Allí habla del final cuando Cristo regrese. Mateo 25:31 dice: “cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces Él se sentará en el trono de su gloria.” ¡El trono de su gloria! Este trono de gracia será en última instancia el trono de gloria. Gracia y gloria. Gracia ahora para el viaje. De gloria en gloria cuando lleguemos. Ven pronto oh Señor de la gloria! Amén.
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