Lugar para el Segundo

Sermón predicado en Hebreos 8: 7-13 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 8/26/18 en Novato, CA.

Sermón

Rev. W. Reid Hankins, M.DIV.
Traducido por el Diácono Diego Merino.
Hebreos 8: 7-13
8/26/18

“Lugar para el Segundo”

En relaciones humanas, el conflicto entre amigos es normal. Lo que también es normal es que en tales conflictos, generalmente ambos lados han contribuido de alguna manera al conflicto. Claro, a menudo puede haber en un lado del conflicto el que es particularmente culpable de comenzar el conflicto. Podríamos decir que es la “falla” de esa persona que hay conflicto en la relación. Pero incluso en tales casos, la llamada parte “inocente” generalmente no es completamente inocente. En conflictos humanos entre amigos, generalmente ambos lados han contribuido al conflicto, incluso de diferentes grados.

Bueno, cuando nos damos cuenta y pensamos en nuestra relación con Dios, vemos que las cosas son muy diferentes. Sí, ha habido una historia de conflicto entre Dios y su pueblo. Sí, ha habido falla en la relación, pero ha sido de parte de nosotros. Dios no es de culpar nunca, en la forma en que los humanos hemos fracturado nuestra relación con Dios. Dios, por otro lado, ha tomado repetidamente la iniciativa de reconciliar a los humanos pecaminosos a sí mismo. Al trabajar en su plan para reconciliar a un pueblo a sí mismo, esto incluyó lo que Dios hizo con Israel bajo el antiguo pacto. Sin embargo, aquí nos recuerda que este antiguo pacto no fue lo suficientemente lejos como para resolver el problema del hombre con el pecado. Especialmente vemos como este pasaje establece que no fue lo suficientemente lejos como para poder cambiar la naturaleza pecaminosa del hombre. Sin embargo, alabado sea el Señor, Dios proporcionó otro pacto que terminaría en direccionar las necesidades fundamentales del hombre.

Entonces, el pasaje de hoy nos ayudará a ver un poco de la culpa que Dios encontró bajo el antiguo pacto y como Dios prometió gentilmente abordarlo con el nuevo pacto. Comenzaremos entonces hablando a cerca mirando la idea de Dios encontrando falla bajo el antiguo pacto. Entonces hablaremos sobre como el re dirige el nuevo pacto. Por último, consideraremos lo obsoleto del antiguo pacto.

Comenzando entonces en nuestro primer punto, déjenme asegurarnos de saber de lo que estamos hablando cuando nos referimos al antiguo pacto. Estamos hablando específicamente sobre el pacto mosaico; el pacto que Dios hizo con Israel como nación que los sacó de Egipto y llevados a la Tierra Prometida. El versículo 9 nos dice esto, en caso de que no ha estado claro. Podemos ver ese pacto ratificado en Éxodo 24. Dios sacó al pueblo de Egipto al Monte Sinaí. Allí, Él les dio la ley, incluidos los Diez Mandamientos escritos en tabletas de piedra y entonces ratifica ese pacto. Cuando Hebreos está hablando del antiguo pacto, esto es a lo que se refiere.

Por supuesto, esto sería útil recordar que Dios no comenzó su trabajo de salvación entre la humanidad con Moisés y el Éxodo. Desde el Jardín, Dios prometió una forma de redención a Adán y Eva, Génesis 3:15. Vemos también el trabajo redentor de Dios entre personas como Noé. Dios especialmente trabajó su plan de redención entre los patriarcas de Israel, Abraham, Isaac y Jacob, entrando en pacto con ellos antes de que se promulgara el pacto mosaico. Entonces, recuerde que este viejo, primer pacto no era ni el más antiguo ni el primer pacto que Dios hizo para que trabaje sus propósitos de redención. El pacto supremo de gracia de Dios ha sido fundamental a toda la historia humana ya que Dios lo prometió en Génesis 3:15. Sin embargo, la Escritura definitivamente ve la prominencia del pacto mosaico como administración del pacto de gracia de Dios, y así puede referirse a el como el “pacto viejo” y “primer pacto” cuando lo compara con el mejor pacto que Cristo ha traído.

Entonces, cuando Dios estableció este antiguo pacto, Dios ya había estado trabajando con los fines de salvación y continuaba trabajando con fines de salvar a los elegidos. Entonces, te dirijo al punto identificado en versículo 7. Allí esto señala específicamente que el primer pacto no era impecable. Si hubiese sido impecable, Dios no habría necesitado tener un segundo pacto. Me alegro de que luego tengamos el próximo versículo para ofrecer alguna aclaración porque si tuviéramos que parar en el versículo 7, podríamos concluir erróneamente que Dios estaba en culpa por hacer un pacto defectuoso con su pueblo. Pero en el versículo 8, dice que la culpa estaba bajo el antiguo pacto: Dios encontró falla “con ellos”, ¡los humanos, Israel! Ellos no continuaron en el pacto, versículo 9. Ellos no fueron fieles a Dios y se desviaron. Sus corazones no se volvieron realmente al Señor, así que rompieron las provisiones del pacto. Eso resultó en Dios tener que traer al pueblo las sanciones de ese antiguo pacto: convenios de maldición lo que incluye a Dios exiliándolos de la Tierra Prometida. Eso se hace referencia en el versículo 9 cuando dice que Dios tuvo que ignorarlos. Entonces, la culpa principal en el antiguo pacto era los corazones pecaminosos de las personas que abandonaron a Dios. Ese antiguo pacto no resolvió este tema fundamental de los corazones duros y pecaminosos del hombre.

Por supuesto, esto no significa que el pacto estaba inherentemente defectuoso, como si fuera un fallo de Dios cuando lo estableció. Más bien, tenía ciertas limitaciones. Por lo tanto, sirvió a los fines de Dios en ese momento, pero nunca fue destinado a ser la solución final. Dios siempre tenía la intención de que el viejo pacto sea temporal. Como dice en el versículo 7, sería necesario un mejor pacto para administrar la gracia de Dios a su pueblo. Y así, cuando Dios promulgó el viejo pacto, no era solo justo, sino amable, pero no fue lo suficientemente lejos para resolver las necesidades del hombre. Por lo tanto, Dios inherentemente establece de tal manera hacer de los santos de la antigüedad y nosotros, ver la necesidad de un nuevo pacto y anhelarlo.

Vamos ahora a nuestro segundo punto para realmente profundizar en este nuevo, segundo pacto y ver que es lo mejor a cerca de esto. De nuevo, Hebreos hace su caso con el Antiguo Testamento. Para decirnos sobre el nuevo pacto, cita al profeta Jeremías del Antiguo Testamento. Por supuesto, aquí vemos que este profeta del antiguo pacto también fue un profeta del nuevo pacto, en el sentido de que profetizó sobre lo que sería el nuevo pacto. Entonces, los versículos 8-12 incluyen una cita larga, desde Jeremías 31: 31-34. Eso es lo que estudiaremos bajo este segundo punto para aprender más sobre las mejores promesas que se extienden bajo el nuevo pacto.

Déjame comenzar con una gran calificación. Hay cuatro cosas específicas mencionadas aquí como prometidas bajo el nuevo pacto. Como veremos, sería un error ver estas cosas completamente nuevas como si no estuvieran de todos modos a la vista del viejo pacto. De hecho, para cada uno de ellos, veremos las formas en que estas promesas se mantuvieron en espera en el antiguo pacto. Sin embargo, el punto es que el antiguo pacto no podía asegurar realmente estas cosas para las personas. Pero realmente están asegurados bajo el nuevo pacto, en Cristo, y nos damos cuenta ahora en ese pacto, a manera de ya y no aun todavía.

Esto tiene al menos tres ramificaciones importantes que deberían protegernos de llegar a conclusiones equivocadas como leemos las diferencias aquí entre los antiguos y nuevos convenios. Uno, sería un error decir que nadie en el antiguo pacto fue salvado o que se salvaron de otra manera. Aunque muchas personas en el antiguo pacto no fueron salvos, sin duda había muchos que si lo fueron. Veremos esto cuando llegamos a Hebreos 11. Allí, encontramos que los santos salvos bajo el antiguo pacto se salvaron de la misma manera de lo que estamos bajo el nuevo pacto, a través de la fe. Ellos en fe miraron a Dios para ser salvos a través del futuro trabajo de un Mesías; nosotros en la fe miramos a Dios para ser salvados a través del trabajo ya logrado por el Mesías. Pero no fue principalmente a través del antiguo pacto que habrían tenido los beneficios de salvación; más bien el antiguo pacto apuntó hacia la salvación que Dios más tarde traería en Cristo.

Dos, sería un error decir que estos santos del pacto antiguo salvados no experimentaron ningún trabajo de Dios en sus corazones. Seguramente, cualquiera que confiaba en Dios para la salvación lo hizo así porque Dios regeneró sus corazones. Seguramente, en cierto punto, tales santos experimentaron santificación progresiva también. Pero de nuevo, tal no es principalmente un beneficio inherente al antiguo pacto, pero fue una intrusión con anticipación de lo que Cristo traería en el nuevo pacto.

En tercer lugar, también sería un error decir que ahora los nuevos santos han llegado a tener corazones santificados perfectos a la luz de lo que leemos aquí sobre las promesas del nuevo pacto. Más bien, hemos comenzado a experimentar el cambio de corazón descrito aquí. Pero hay parte de estas promesas que aún no han sido completadas en pleno. Pero no necesitaremos otro pacto para terminar el trabajo. Se terminará, perfeccionado, a través de este nuevo pacto de que somos parte.

Entonces, con todas esas calificaciones, veamos las cuatro promesas establecidas aquí como venida bajo el nuevo pacto. La primera viene en verso 10. Es la promesa de Dios implantando su ley en nuestros corazones. Para aclarar, esto es diferente de lo que Pablo dice es cierto de todos los humanos en Romanos 2. Allí, Pablo dice que todos, elegidos y reprobados, tenemos la ley de Dios escrita naturalmente en nuestros corazones. Todos tenemos un sentido interno de lo correcto e incorrecto, incluso si a menudo intentamos ignorarlos en una forma pecaminosa. Pero lo que esto está hablando es que la gente de Dios tendrá la ley escrita en sus corazones no solo que claramente sabremos del bien y el mal, pero que amaríamos lo correcto y lo equivocado. Claramente, esto fue algo visto como importante en el antiguo pacto. Es por eso que Dios escribió sobre las tablas de piedra los Diez Mandamientos y les dio a la gente. Eso también, porque bajo el antiguo pacto, los llamó en Deuteronomio 6: 6 específicamente de poner estos mandamientos en sus corazones. Continuó en ese capítulo para describir como deberían escribirlos en las puertas y atarlos en sus manos y colgarlas en sus frentes. Sin embargo, aunque el antiguo pacto podría recordarles esta necesidad e incluso contarles responsables cuando olvidaran las leyes de Dios, esto no podía cambiar sus corazones. No podían escribir la ley en sus corazones. Esto en realidad fue conocido en ese momento por Moisés. En Deuteronomio 30, Moisés reconoció que habría llegado un tiempo bajo ese pacto, que la gente no mantendría sus leyes y se encontrarían en el exilio. Pero un día, Dios los traería de vuelta y luego en ese momento, circuncidar sus corazones. Allí Moisés profetizó incluso muy anteriormente de lo que vendría propiamente en Cristo y al nuevo pacto. Entonces, esto es lo que el Nuevo Testamento dice lo que tenemos en Jesús. Por ejemplo, en 2 Corintios 3: 3, habla de como Cristo escribe en nuestros corazones por su Espíritu. Del mismo modo, Jesús dijo en Juan 14 que en su ascensión gloriosa, que enviaría su Espíritu para ministrar a nuestros corazones, enseñándonos y trayendo al recuerdo todos los mandamientos de Cristo para nosotros. Esto es el cumplimiento de la profecía de Jeremías aquí. Sin embargo, vemos que esta nueva promesa de pacto aún no se ha realizado plenamente. Estamos siendo conformados internamente a la imagen de Cristo, pero esa renovación aún no está completa. Todavía luchamos diariamente contra el viejo hombre, incluso cuando miramos de poner el nuevo hombre. El nuevo beneficio de pacto de transformación del corazón ya comenzó en el cristiano, pero no realizado en en forma total hasta después de esta vida cuando estemos con el Señor.

Entonces, es la mención de lo prometido primero aquí. Una segunda promesa se encuentra en versículo 11. Allí habla de conocer al Señor. Toda la gente de Dios en el nuevo pacto realmente conocerá al Señor. Esto incluye el conocimiento mental de quién es Dios y sus obras de salvación para nosotros. Pero esta palabra también expresa relación, para conocer al Señor y experimentarlo como nuestro Dios y como nuestro Salvador. De nuevo, vemos esto como algo tenido bajo el antiguo pacto. Esto fue algo que Israel tenia que haber hecho, y era algo en lo que siguieron fallando. El Salmo 78: 4-6 dice que Israel necesitaba enseñar a la próxima generación las obras maravillosas del Señor para que “conocieran” al Señor. Sin embargo, encontramos que esto era un fallo común bajo el antiguo pacto. Por ejemplo, la segunda generación en la Tierra Prometida se describe en jueces 2:10 como los que que no conocían al Señor o el trabajo que había hecho por Israel. O en Hosea 4: 1, el profeta lamenta que no hubo conocimiento de Dios en la tierra de Israel. Por el contrario, Jeremías dice que el nuevo pacto lleva a nuestros corazones a un verdadero conocimiento de Dios. Nuevamente, encontramos que esto es algo que hemos comenzado a experimentar en el nuevo pacto. Gálatas 4: 9 dice de los cristianos que hemos llegado a conocer a Dios, o más bien ser conocidos por Dios. Me gusta como eso expresa el conocimiento de dos formas; es una cosa relacional: ¡conocemos a Dios y Él nos conoce a nosotros! Sin embargo, también sabemos que todavía esperamos el cumplimiento final de esto. Como dice en 1 Corintios 13:12 sobre nuestro conocimiento de eso, que ahora solo vemos como en un espejo muy débilmente; que conocemos eso en parte, pero en la gloria lo conoceremos completamente.

Una tercera promesa del nuevo pacto se encuentra en el versículo 12: divina misericordia y perdón hacia nuestro pecado. El problema fundamental del hombre ha sido nuestro pecado y la culpa que ha venido con eso. Nuestro pecado merece la ira y la maldición de Dios. Seguramente, bajo el antiguo pacto esta necesidad fundamental fue reconocida. Es por eso que tenían todo el sistema sacrificial bajo el sacerdocio levítico. Pero a medida que Hebreos mostrará a que el sistema inherentemente no pudo traer una verdadera expiación para el pecado del hombre. En su mejor modo, sirvió como un vehículo para la fe, hasta el día de que Dios traería una expiación satisfactoria para nuestro pecado. En esa esperanza, el antiguo pacto de Israel conocía mucha misericordia y perdón por el pecado. Pero la razón por la que podría conocer, no fue finalmente debido a los viejos sacrificios de pacto de toros y cabras. Más bien, fue por lo que esos sacrificios miraban hacia adelante, cuando el Hijo de Dios se ofreciera a sí mismo como un sacrificio adecuado para pagar por los pecados de toda la gente de Dios. ¡Eso es algo que hemos llegado a entender en el nuevo pacto!

Una última cuarta y final promesa de pacto se encuentra al final del versículo 10. Me salté sobre el antes porque es una promesa central y que abarca todo. Dios dice: “Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”. De nuevo, esto no es algo único por decir en el nuevo pacto. De hecho, a lo largo de las Escrituras encontramos esta promesa repetida. Es realmente la gran y gloriosa visión a lo largo de las Escrituras, que Dios redimiría una humanidad caída a un pueblo especial para sí mismo. Específico para el pacto viejo, en realidad se registra en el Éxodo 6: 7 durante el Éxodo que incluso se menciona aquí en este pasaje de Jeremías. Esta idea fue explícitamente sostenida bajo el pacto viejo de la misma manera que se hizo en la era del nuevo pacto. Pero seguramente, el punto es el mismo que lo que hemos estado viendo. Si todo lo que alguna vez tuvimos es el viejo pacto, la promesa nunca podría estar completamente realizada. Necesitamos los otros tres beneficios mencionados aquí, para realizar esta gran meta elevada. A menos que la ley se implantara en nuestros corazones; a menos que Dios instalara dentro de cada uno de nosotros un verdadero conocimiento de Él; a menos que todos nuestros pecados sean pagados verdaderamente y perdonados; entonces no podríamos ser el pueblo de Dios y Él no podría ser nuestro Dios. Hemos declarado como el viejo pacto en sí mismo nunca pudo traer realmente esas cosas. Vio el valor en esas cosas; los sostuvo en esperanza; pero realmente no lo vinieron en sustancia bajo el antiguo pacto. Dios usa el antiguo pacto para crear en las personas un anhelo para la esencia de estas cosas. Y ahora bajo el nuevo pacto en Cristo, la esencia finalmente ha llegado. Por lo tanto, lo que la ley no pudo hacer debido a nuestra naturaleza pecadora, Cristo lo logra en nosotros. La mejor manera de decir esto es con una cita de Pablo. Romanos 8: 3-4, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Amén.

Todo esto nos lleva a conclusión para indicar brevemente nuestro tercer y último punto. Es el punto del versículo 13. Con la llegada del nuevo pacto, el viejo se ha vuelto obsoleto. En el momento de escribir, dijo que el viejo pacto se estaba haciendo viejo y estaba listo para desaparecer. Probablemente que fue escrito poco antes de que los romanos destruyeron a Jerusalén y al templo en 70 DC, lo que habría puesto fin al ministerio levítico del antiguo pacto. Aunque algunos judíos desde entonces han intentado continuar viviendo bajo ese antiguo pacto, eso es vanidad en este punto. Si ese viejo pacto ya se había hecho viejo en ese entonces, está muy lejos de ser puesto para apacentar ahora. Con la venida del nuevo pacto, es obsoleto. Por supuesto, sabemos, como hoy, cuando la nueva tecnología viene lo que hace que lo viejo sea obsoleto, puede haber personas que son lentas para ponerse al día. Por supuesto, a menudo la tecnología obsoleta puede funcionar y tener algún valor por un tiempo, y es por eso que las personas pueden tomar tiempo a veces para actualizarse. Pero ahí es donde falla la analogía. El Nuevo Testamento es claro. A la luz de la venida del nuevo pacto, el viejo ha pasado de tiempo y no deberíamos regresar a esto.

De hecho, Hebreos aquí nuevamente utiliza el Antiguo Testamento incluso para hacer el punto. Dios le dijo a su pueblo allí en Jeremías que el pacto mosaico estaba siendo reemplazado por uno nuevo y mejor pacto. No hay retorno. Y mira como Hebreos dice que este nuevo pacto es lo que ya tenemos en la iglesia hoy. Tristemente, algunos cristianos hoy en día piensan que las promesas de Dios en los pasajes como este en Jeremías no es acerca de la iglesia, sino algo que Dios aún hará en el futuro para el Israel étnico en un reino milenario en la tierra. Pero eso pierde el punto de Hebreos aquí. ¡Esto es algo para la Iglesia de Cristo hoy! Ve como Hebreos usa esta profecía que en Jeremías se le dio específicamente a Israel, versículo 10. Pero aquí dice que está cumplido en este momento en la iglesia de Cristo; en una nueva comunidad de pacto compuesta por ambos judíos y gentiles, todos los que se arrodillan al Rey Jesús. No hay dos pueblos separados de Dios en la Escritura ni dos planes separados, Israel versus la Iglesia. No, la iglesia es el nuevo pacto Israel con los judíos fieles que son parte de esto, los judíos infieles removidos de esto, y los fieles gentiles injertados en esto. Este es el vehículo de Dios para la salvación: Cristo y el nuevo pacto. ¡No hay regreso al viejo!

En conclusión, somos recordados que las nuevas promesas del pacto incluyen no solo el perdón de los pecados, sino el cambio real en nuestros corazones. Confiando en el trabajo de Dios en este sentido, podemos insistir en la fe mirando a crecer en nuestros corazones. Confiando en Él para que escriba su ley en nuestros corazones, estudiándola, meditando sobre ella y memorizándola. Confiando en Él para cultivar un verdadero conocimiento del Señor dentro de nosotros, vamos a cultivar esa relación con Él cantando y orando a Él y hablar su palabra a los demás, especialmente nuestros hijos. Y confiando en el perdón de los pecados, vamos ir a Él a diario con nuestras muchas transgresiones para conforte y seguridad de su divino perdón y misericordia. Vamos a estar sobre estas cosas hasta el glorioso día de Cristo cuando se declarará para que todos vean que Él es nuestro glorioso Dios y que nosotros somos su pueblo. Amén.

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