A Quien Sea Honor y Poder Eterno. Amén!

Sermón predicado en 1 Timoteo 6:14-16 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 18/6/2016 en Novato, CA.

Sermón

Reverendo W. Reid Hankins, M. Div.
Traducción de Diácono Diego Merino
1 Timoteo 6:14-16
06/18/17

“¡A quien sea Honor y Poder Eterno. Amén!”

¡Jesús viene otra vez! La última vez que nos encontramos en 1 Timoteo, Pablo le estaba diciendo a Timoteo cómo tenía que vivir hasta la venida de Jesucristo. Eso está al final del versículo 14. Pablo establece esto como algo dado. Pablo quiere que Timoteo siga viviendo de esta manera hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo. Esto es algo que po-demos leer como cristianos con mucha ligereza. Jesucristo viene otra vez. La palabra en el griego es la palabra Epi-fanía. Ya hubo una primera Epifanía de Cristo; la primera venida de Cristo cuando nació de la Virgen María y fue cruci-ficado también por nosotros bajo el gobierno de Poncio Pila-to. Fue en su primera Epifanía. Pero Jesús declaró que Él vendría otra vez para llevarnos al paraíso y escoltarnos para una recompensa eterna. Esa segunda epifanía para muchos será un día terrible; será un día de juicio. Pero para aquellos que están confiando en Cristo, sabemos será un día de gran gloria y alegría maravillosa. Como cristianos, no podemos dejar de esperar por esto. Será el final de todas nuestras aflicciones actuales. Incluso las cosas que Pablo acabó de hablar sobre cómo Timoteo y nosotros necesitamos cada día estar luchando contra las tentaciones del pecado y esforzándonos y luchando por la justicia, entonces la batalla terminará. Llegaremos a la línea de meta y perfeccionados en la santidad. No tendremos mas que combatir o luchar mas contra el pecado. Qué maravilloso descanso será llegar a esa santidad y comodidad. Pero todavía no estamos al-lí. Por lo tanto, debemos mantener nuestros ojos en el blan-co; en la línea de meta; en el día de la aparición de Cristo.

¿Cuándo será eso? Se nos recuerda cuando en el versículo 15. El tiempo del regreso de Cristo es cuando Dios ha pla-neado esto. Eso es exactamente entonces. No un momento antes o después. El reto es que Dios ha mantenido en secreto ese tiempo. Nadie sabe el día o la hora. Las cosas secretas pertenecen a Dios, y este es uno de ellas. Debemos vivir por las cosas reveladas. Pero lo que ha sido revelado es que Cristo volverá y lo hará según el tiempo de Dios. Todo está bajo su control. Ninguno de los desafíos de esta vida han to-mado a Dios por sorpresa. Dios tiene un plan. Dios ordenó todas las cosas en la historia humana, especialmente el día del regreso de Cristo. Cuando se dice en el versículo 15 que Dios se manifestará en su tiempo, la idea es que Dios final-mente nos mostrará lo que es su plan. ¡Eso es cuando lle-guemos a conocer el día y la hora! ¡Hasta entonces debemos andar por fe!

Es este lenguaje del versículo 15 que se manifiesta o muestra el plan Dios es lo que causa en Pablo ir en doxología. En ese momento, él cambia de tono. Ya no es dandole a Timoteo comandos prácticos para una vida piadosa. Pero como Pablo considera el tiempo perfecto de Dios cuando Él finalmente regresará a Cristo a este mundo, ¡Pablo adora con gran elo-gio! Y eso es en lo que nos vamos a concentrar hoy. Como ya hemos recordado esta mañana la promesa de Cristo de que regresará, espero que tu también te sientas emociona-do. Espero que también has estado esperando en regocijarte en alabanza y adoración. Unámonos entonces a Pablo ahora en dar gloria a Dios al reflexionar sobre su belleza trascen-dente.

Lo primero que Pablo se enfoca en esta doxología es la ma-jestad de Dios. Esto se encuentra en el versículo 15. “El que es bendito y solo potentado, el rey de Reyes y Señor de señores”. Estas son todas las palabras reales. Se habla de autoridad y dominio. Dios es sobre todas las cosas. La pri-mera frase especialmente trae esto. Él es el bendito y único potentado. La palabra potentado en el griego es dunastes; creo de la palabra en Español dinastía. Básicamente, esta es la palabra para la persona a cargo; una regente; un soberano.

Bien, dice que Dios no es sólo este gobernante o soberano, Él es el único. Sí, en cierto sentido hay muchos. De hecho, el resto del verso va a hablar de muchos señores y muchos re-yes; es cómo Él puede ser llamado Rey de reyes y Señor de señores. Hay muchos en la tierra y aun en el cielo que son gobernantes de alguna manera. Pero su majestad, su autori-dad, su regla es tan inferior a la majestad de Dios, que este verso puede decir que Él es el único gobernante. Pablo hace un punto de trascendencia. El reinado de Dios y su gobierno es por último sobre todo los demás, Pablo puede decir que es el único potentado.

Esto es especialmente maravilloso sobre todo cuando pen-samos en como Pablo describe a esto y solamente como el único bendito. No sólo Dios merece nuestra alabanza y ben-diciones, pero este gobernante supremo es el que trae ben-dición y felicidad a la humanidad. Dios en su reinado es cau-sa de toda acción de gracias. Para decirlo de otra forma, este gobernante supremo es bueno. Es un Maestro bueno y benévolo sobre todo. Somos bendecidos de estar bajo la re-gla de este potentado bendecido.

Por lo que es poco de parte de Pablo describir la majestad de Dios aquí. El otro punto principal que Pablo habla acerca de esta doxología es lo que podría resumirse como el misterio de Dios. Esto se encuentra en el versículo 16, dice de Dios, “el único que tiene inmortalidad, habita en luz inaccesible, que ningún hombre ha visto o puede ver.” Hay un sentido de misterio en estas cosas. En primer lugar, consideraremos es-ta inmortalidad. Esto claramente es parte del misterio de Dios porque dice que sólo Dios tiene la inmoralidad. El he-cho de que se utiliza la palabra “solo”, explica la singularidad de esta calidad en Dios. Interesante, el uso de la palabra aquí podría traducirse en forma literal “sin”muerte. Es intere-sante, porque sabemos que Dios nos ha prometido la vida eterna. Aunque, por supuesto, sabemos que nuestros cuer-pos físicos están sujetos a la muerte. Por otra parte, habrá algunos vivos cuando Cristo regrese que no probarán de esa muerte física como el resto. Digo esto porque como cristia-nos pensamos seguramente de una manera que tenemos in-mortalidad. Y sin embargo aquí y ahora estamos sujetos a la muerte física. Y aún más, la inmortalidad que conoceremos en última instancia, es dada a nosotros por Dios. Es algo que está fuera de nosotros que Dios nos da. Esto nos da una pista en lo que esta doxología tiene. Para Dios, la inmortalidad no es algo que lo obtuvo de alguien. Es algo que Él es. Dios no es muerte. Él es vida. Está solamente en Dios que los seres humanos vivan y se muevan y tengamos nuestro ser. Juan 5:26 lo dice así, “El padre tiene vida en sí mismo”. Tan pronto como empezamos a hablar de esto, nos damos cuenta del misterio de esto. Y nos damos cuenta de la singularidad de esto. Sólo Dios es inmortal en ese sentido; como una pro-piedad esencial de su ser. ¡Dios es alabado como aquel que solo es inmortal! Una vez más, cuenta la trascendencia; ¡la unicidad de Dios!

El siguiente misterio de Dios se pone en términos que Dios habita en luz inaccesible. Piensa en la luz tan brillante, tan brillante, que no puedes acercarte. Pensar en cómo nosotros no podemos siquiera mirar directamente al sol y mucho me-nos aproximarnos. Dios habita en luz inaccesible. Salmo 104 habla aquí del mismo modo. Salmo 104:1: «Bendice al-ma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrande-cido; Te has vestido de gloria y magnificencia ” El salmista ve la luz como una cubierta para Dios que lo oculta de noso-tros. Asimismo describe los cielos de esa manera. Incluso hoy en día con nuestras habilidades en el recorrido del espa-cio exterior en los cielos, todavía no somos capaces de tras-cender en el tercer cielo, en los cielos del trono real de Di-os. Es donde mora Dios. Y aunque podríamos crear una em-barcación o nave que de alguna manera nos pudiera llevar a esa sala del trono celestial, y todavía no podíamos acercar-nos a Dios de nuestra propia cuenta. Por su santidad y per-fección aún nos mantienen alejados. Creo que incluso con los simples ejemplos terrenales que nos ha enseñado esta lección con sólo el reflejo terrenal de su morada celestial de Dios y su presencia. Pensemos en Moisés, quien tuvo que quitar sus sandalias mientras se encontraba en tierra san-ta. Piensa de Nadab y Abiú que fueron muertos porque inadecuadamente se acercaron a la santidad de Dios en el tabernáculo terrenal con su fuego extraño. Piensa en Uza que fue muerto cuando él extendió su mano para enderezar el arca de Dios. Recuerde a Uzziah rey que presumió entrar al templo para presentar ofrenda y fue afectado por la lepra. Recuerda Isaías, cuando tuvo la visión de Dios en su templo y gritó, ¡hay de mi que soy hombre muerto! Dios es un Dios Santo y si Él mora en tal luz inaccesible seguramente es en última instancia su santidad que está en mente. ¿Si la reina Esther apenas se atrevió a acercarse al rey Xerxes, in-ciertamente ella hubiera encontrado favor o la muerte de parte del rey, qué humano pecador se atreverían a acercarse al Todopoderoso que se cubre con tal luz inaccesible? Otra vez, pensemos en el misterio de todo esto. Hay un gran mis-terio en este Dios que habita en un lugar que nadie puede acercarse. Y otra vez, esto demuestra la trascendencia de es-te gran Dios.

El último misterio descrito aquí es ver a Dios. Ningún hom-bre ha visto a Dios o puede ver a Dios. Esto seguramente se refleja en la petición de Moisés en Éxodo 33.18, donde le dice a Dios, “por favor, muéstrame tu gloria.” Dios respondió que le permitiría ver su parte posterior, mientras que él estaba protegido en la hendidura de la roca. Pero Dios le dijo en Éxodo 33:20, “tu no puedes ver mi rostro; porque nadie que me puede ver vivirá.” Claramente, la doxología de Pablo tie-ne esto en mente aquí. Este es otro de esos versos que nece-sita alguna aclaración. Por un lado, como habla la Biblia en Éxodo y aquí y es que nadie ha visto a Dios. Por otra parte, hay referencias en las escrituras de por lo menos de alguna manera en la que un humano vio a Dios. Por ejemplo, cuan-do Isaías tuvo esa visión celestial, él dijo que era hombre muerto porque había visto a Yahvé. O en Génesis 32:30, des-pués cuando Jacob luchó con un hombre misterioso y final-mente descubrió quien era, declaró su sorpresa que había visto a Dios y sin embargo vivió. Así que, ¿que es esto? ¿per-sonas han visto Dios o no? Bueno, otra vez este es el miste-rio de quien es Dios en su esencia. Recuerde lo que 1 Timo-teo 1:17 dice de Dios. Había llamado a Dios el Dios invisi-ble. Usted ve, Dios es un espíritu. No tiene carne y huesos como nosotros los humanos. ¿Cómo los ojos físicos pueden ver lo invisible? No puede. Y así, cualquiera que haya visto en el pasado a Dios, de alguna manera fue un acomodamien-to terrenal para ellos. Fue Dios que se manifiesta de alguna manera para ser visto con ojos humanos. Pero no es eso lo que Pablo habla aquí. Pablo habla aquí de Dios en su gloria trascendente. ¡Otra vez, hay un gran misterio y gran singula-ridad aquí!

Pues bien, habiendo examinado esta doxología con Pablo, ¿qué debe ser nuestra respuesta? ¡Bueno, es alabanza y ado-ración a Dios! ¡Es lo que Pablo dice al final aquí! A este Dios, sea el “honor y eterno poder, Amén!” Esta parte final es una especie de deseo. Es algo como cuando alguien dice, “¡viva el rey!”. Frente a la majestad trascendente y el misterio de Dios, Pablo dice: “Honor y poder sean a Él para siem-pre!” Este palabra de honor aquí es asignar valor. Está di-ciendo que Dios está valorado lo que debe ser, ¡con todo el valor, siempre y para siempre! La palabra poder aquí es es-pecíficamente el poder de reinar y gobernar. Es el poder que un rey debe establecer y mantener su gobierno. Está dicien-do que Dios siempre tenga la fuerza de gobernar como el so-berano supremo sobre todos. Que su reino pueda estar siempre seguro. Que puedan ser vencidos todos sus enemi-gos y que bajo su dominio pueda la paz y la justicia gobernar para siempre.

Así, esta es la primera aplicación para hoy. Mientras con-templamos esta doxología, nosotros mismos debemos ser at-raídos a un lugar de alabanza. Ya que consideramos que la impresionante majestad y el misterio de este Dios trascen-dente, podamos ir en doxología nosotros mismos. Podamos dar a Dios toda la gloria por su majestad y misterio. ¡De he-cho, a este gran Dios, sea el honor y el poder eterno, amén!

Pero hay otra aplicación que me gustaría traerte hoy. Y co-mienza con una pregunta. Si este Dios que estamos alabando hoy en día es tan único, tan alto y tan trascendente, ¿cómo es que aún podemos conocerlo? ¿Cómo es que podemos estar en relación con Él? Se trata de las preguntas de las religio-nes y filósofos que han luchado a través de las edades. Ves, si Dios no fuera trascendente como es, si fuera inmanente, algo que todos podríamos acercarnos y verlo, algo no único y ser parte de esta tierra, entonces Él realmente no sería algo en quien entusiasmarse. Él no garantizaría una gran y gloriosa doxología como esta. En pocas palabras, Él realmente no sería Dios, no como hablamos hoy. Pero si Dios en realidad es asombroso y aun un trascendente Dios que hemos habla-do hoy, si está por encima de esta creación, apartado, distin-to, diferente, cómo incluso tener este conocimiento de Él y así nosotros poder ir adelante con tal doxología. La respues-ta es una cosa maravillosa. El Dios trascendente es inmanen-te, y esto tiene especialmente el caso a través de su hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Sobre todo conocer y experimentar a este Dios trascendente por medio de Jesu-cristo.

Piensa en esta verdad a la luz de la doxología de hoy. Piensa en términos de la majestad trascendente de Dios. Este Dios que no podemos ver se llama aquí el rey de Reyes y Señor de señores, sin embargo a Jesús, a quien podemos ver se le lla-ma también dos veces en el libro de Apocalipsis por esos mismos títulos. Normalmente, eso sería una contradic-ción. ¿Cómo se pueden tener dos rey de Reyes? Pero Jesús es el Dios-hombre. ¡En su divinidad, Él es únicamente el bendito y único potentado, el rey de Reyes y Señor de señor-es! Y en su humanidad, Jesús viene a nosotros sus hermanos como este Rey Supremo. Y en nuestra relación con Jesús, en-tonces conocemos esta majestad. ¡La Biblia nos dice que en Cristo somos ahora también realeza! 1 Pedro 2:9, somos real sacerdocio. ¡Apocalipsis 20:6 habla de los cristianos ser sacerdotes reinando con Cristo! ¡que privilegio ser parte de tal dinastía! ¡Por gracia y por medio de la fe, hemos llegado a conocer y compartir la misma majestad de este Dios tras-cendente!

Y así, entonces piensa en esto en términos de los misterios trascendentes de Dios. Aquí leemos de Dios que Él solo tiene inmortalidad. Sin embargo, 1 Corintios 15 nos declara un misterio, que se llevará a cabo por medio de Cristo. Y específicamente, se llevará a cabo en Cristo en la segunda venida. En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, nos vamos todos a ser cambiados. 1 Corintios 15:53 dice que ese día lo mortal se revestirá de inmortalidad y lo perecedero será imperecedero. ¡Esto habla de la gloriosa victoria que tenemos en Cristo, que seremos vestidos con esta inmortali-dad! Esto es lo que Jesús dijo en Juan 11:25. Dijo, “yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vi-virá. ” En Cristo, conocemos la inmortalidad del Dios tras-cendente.

O piensa en cómo dice que Dios habita en luz inaccesi-ble. Sin embargo, Él ha enviado tal luz al mundo en Jesús. Juan 1:9, Jesús es la luz que ha venido al mundo. Juan 12:46, Jesús dijo que Él vino al mundo como la luz y que todo aquel que cree en Él no permanecerá en la oscuridad. Colo-senses 1:12 nos habla de nosotros ahora en Cristo como aquellos que somos “partícipes de la herencia de los santos en la luz.” O me gusta sobre todo 1 Pedro 2:9. Dice que en Cristo nosotros podemos ahora “proclamar las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” En otras palabras, podemos conocer y alabar a Dios incluso así como venimos a su luz admirable. O para ponerlo otra ma-nera; ahora podemos acercarnos al Dios que habita en luz inaccesible debido a Jesús. Hebreo 4:16 dice que nosotros podemos acercarnos a Dios con confianza ahora, en Cris-to. Me encanta como habla de esto en Hebreos 12. Se compara cómo bajo el antiguo pacto, el pueblo llegó a acer-carse a sólo una revelación terrenal de Dios y su presencia, pero los dejaba aterrados. Si, tuvieron que ver la gloria fu-gaz de la cara de Moisés con el velo, entonces ellos segura-mente no podían acercarse a Dios en su luz inaccesible. Pero en Cristo, Hebreos 12:22 dice que hemos llegado a un mejor tabernáculo, diciendo: «Pero vendréis al Monte Sion y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, e innumera-bles ángeles en reunión festiva y a la asamblea de los primo-génitos que están inscritos en los cielos y a Dios, el juez de todos y a los espíritus de los justos hechos perfectos y a Je-sús, mediador de un nuevo pacto y a la sangre salpicada que habla de una mejor palabra que la sangre de Abel. ” En Jesús, ahora podemos acercarnos al Dios inaccesible que se cubre en la luz. ¡En Jesús, conocemos esta luz y tenemos una parti-cipación en esa luz! ¡En Cristo, conocemos la luz y la presen-cia del Dios trascendente!.

Pensando entonces finalmente de este Dios «que nadie ha lo visto ni nadie lo puede ver”. En el misterio de todo esto, Je-sús animó a sus discípulos diciéndoles: en Mateo 5:8, “Biena-venturados los de puro corazón, porque ellos verán a Di-os”. Por supuesto, esto también es algo que es nuestro en Cristo. Sin embargo, ¿cómo podemos ver al Dios invisi-ble? Bien, recuerde lo que las escrituras dice en Colosenses 1:15. ¡Llama a Jesús la imagen del Dios invisible! O Juan 1:18 dice, “nadie ha visto Dios en ningún momento. El Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, Él le ha declarado.” Cuando sus discípulos le preguntaron a Jesús que les mostrara al Padre, Él dijo: “quien me ha visto ha visto al Padre!” Jesús es la revelación de Dios al hombre. ¡En y a través de Cristo vemos al Dios trascendente e invisible! ¡Por gracia, hemos llegado a conocer y compartir estos misterios de este Dios trascendente!

¡Santos de Dios, cuan maravilloso! ¡Cuan sorprenden-te! ¡Podemos conocer y alabar a este Dios trascendente hoy! ¡No sólo eso, sino que incluso hemos llegado a compar-tir su majestad y misterio! ¡Qué maravilla de maravillas! Y todo es posible debido a nuestro Señor y Salvador Jesucris-to. Terminemos entonces el mensaje de hoy exaltando el nombre que es sobre todo nombre, por quien podemos in-cluso adorar y conocer a Dios hoy. ¡Todo el honor y poder ser a nuestro Señor Jesucristo! Amén.

Copyright © 2017 Reverendo W. Reid Hankins, M. Div.
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