La Prueba de Tu Fe: Una Introducción al Libro de Santiago

Sermón predicado en Santiago 1:1-4 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 03/01/2021 en Novato, CA.

Sermón

Traducido por el Diácono Diego Merino.

Con razón decimos que la vida cristiana es una vida de fe. Y sin embargo, ¿cómo se ve eso realmente? ¿Cómo afecta tu cosmovisión y perspectivas en la vida? ¿Cómo afecta la forma en que manejas los momentos difíciles en la vida, e incluso los buenos momentos? ¿Cómo afecta la forma en que ves tus circunstancias, cualesquiera que sean? ¿Cómo afecta lo que piensas sobre los demás? ¿Cómo afecta la forma en que gastas tu tiempo y dinero? ¿Cómo afecta la forma en que haces tus planes y estableces tus metas de vida? ¿Qué papel juega realmente la Palabra de Dios en tu vida diaria? Podría seguir y seguir.

De lo que estoy hablando es de cómo tu fe está relacionada con lo que llamamos tu práctica. ¿Cómo afecta tu fe nuestra forma de pensar y actuar? Es la diferencia y la conexión entre la doctrina y la vida. O para decirlo con palabras grandes, es la relación entre la ortodoxia y la ortopraxia. Ortodoxia significa “doctrina correcta” y se trata de las verdades que estamos confesando en nuestra fe cristiana. Ortopraxia significa “práctica correcta” y se trata de cómo nuestra fe se vive en pensamiento, palabra y obra. En la OPC realmente nos entusiasmamos con la ortodoxia, ¡incluso es el nombre de nuestra denominación! Pero nuestra doctrina correcta dice que también debemos entusiasmarnos por cómo vivimos. La fe correcta debería conducir inevitablemente a la práctica correcta.

Espero que comprendan por qué estoy comenzando nuestra nueva serie hoy, analizando esta conexión entre la doctrina y en la forma como vivimos. El libro de Santiago se ocupa especialmente de la ortopraxia; sobre la fe puesta en practica correctamente. Pero Santiago reconoce y enseña que esto fluye de nuestra fe. Santiago no profundiza en la profundidad de la doctrina de la misma manera que lo hacen personas como Pablo o Juan en la Biblia, pero eso no significa que no crea en esa doctrina. Encontramos doctrina aquí, en Santiago, tanto declarada como referenciada. Pero es en gran parte un libro sobre el desarrollo de esa doctrina en nuestra vida práctica. Entonces, estemos listos para poder luchar con el tipo de preguntas que planteé al principio. Nuestra vida cristiana es una vida de fe, ¿cómo se ve todo eso realmente? Nuestro estudio a través del libro de Santiago nos dará muchas oportunidades para considerar esa pregunta.

A modo de introducción, comencemos nuestro estudio de este libro con algunos detalles biográficos. Ese será nuestro primer punto de hoy. Primero, es una epístola, una carta. El versículo 1 nos dice quién es y de quién es. Dice que es de Santiago. Santiago es un nombre común de la época, por lo que el hecho de que no haya otra nota que identifique sobre este Santiago sugiere que era un Santiago muy conocido. Eso realmente nos deja solo tres opciones para la iglesia primitiva. Había dos apóstoles llamados Santiago de los doce discípulos de Jesús: Santiago, hijo de Zebedeo, y Santiago hijo de Alfeo. Dado que Santiago, hijo de Zebedeo, fue martirizado por Herodes Agripa I, ver Hechos 12, no es un candidato que se debe tener en cuenta. Santiago, hijo de Alfeo, siendo el menos conocido de los dos, generalmente se asume que en la epístola se habría notado que fue él quien la escribió. La otra opción, y la mejor opción, y la opción tradicionalmente sostenida, este es el Santiago que era también el hermano de Jesús. Ese Santiago asumió un papel destacado en la iglesia de Jerusalén, como vemos en el libro de los Hechos. Se destaca especialmente en Hechos 15 en su papel de presidir el Concilio de Jerusalén. Ese concilio fue convocado para tratar asuntos relacionados con la inclusión de los gentiles en la iglesia. Los escritos de la iglesia primitiva complementan lo que tenemos en Hechos, registrando que Santiago fue designado por los apóstoles para servir como obispo en Jerusalén hasta su martirio por la fe aproximadamente en el año 62 d.C. Entonces, con esta vista tradicional como autor es como nos aproximaremos al libro.

En cuanto a sus destinatarios, vemos en el versículo 1 que dice que está escribiendo a las doce tribus de la Dispersión. Después de nuestra serie de 1 y 2 Reyes, espero que puedan apreciar la referencia literal allí. Las doce tribus de Israel habían sido conquistadas y exiliadas por los asirios y babilonios y, por lo tanto, se habían esparcido y dispersado por toda esa parte del mundo. La pregunta es si Santiago está usando ese lenguaje literalmente en términos de ascendencia étnica judía, o espiritualmente como una etiqueta para referirse a la verdadera iglesia compuesta por el Israel espiritual, todos los que creen en Jesús independientemente de su herencia étnica. Normalmente, espiritualmente tendería a leer referencias como esta en las epístolas del Nuevo Testamento, como una referencia a la verdadera iglesia sin importar si son judíos o gentiles. Pero generalmente se piensa que esta carta fue escrita muy temprano, tal vez en algún momento a mediados de los años 40 d.C., antes del Concilio de Jerusalén y en un momento en que la iglesia todavía era predominantemente judía, étnicamente hablando. Debido a esto, generalmente se piensa que Santiago en realidad se estaba dirigiendo literalmente a las doce tribus judías en la Dispersión.

Tenga en cuenta que esto no se aplica para nosotros, los gentiles salvos en Cristo. Nuestro estudio mostrará que no hay nada en este libro que sea aplicable únicamente a los cristianos judíos étnicamente. Mas bien, se nos recuerdan con gran gozo dos maravillosas verdades. Uno, el escrito de Santiago a las doce tribus dispersas tiene un maravilloso reconocimiento histórico-redentor. Señala que Dios en Cristo Jesús ha comenzado a reunir a las tribus dispersas de Israel y a reunirlas en su Mesías davídico, el Rey Jesús. Esa fue una promesa profetizada en varios lugares de las Escrituras, incluso desde Deuteronomio 30. Dos, esta fe que Dios trajo primero a las doce tribus de Israel, también la ha extendido para incluirnos a los gentiles que nos volvemos a Cristo en la fe. El resultado final es que Dios ha unido a un pueblo salvo en Jesucristo como el verdadero Israel de Dios. Y así, como veremos, debido a que se nos ha hecho parte de esta iglesia de Cristo Jesús, todo en esta carta también encuentra una aplicación cordial para nosotros.

Con esas notas biográficas sobre este libro en su lugar, permítanme ahora usar nuestros versos de hoy para ilustrar el tema que dije que encontramos en este libro. He dicho que Santiago nos ayuda a ver cómo nuestra fe se pone en práctica y se vive realmente. Los versículos de hoy ayudan a demostrar eso a través del concepto de cómo las pruebas en la vida prueban nuestra fe y eso, a su vez, nos hace madurar como cristianos. Quizás recuerden que en marzo del año pasado, cuando todo este asunto de quedarse en las casas comenzó a suceder por el COVID-19, prediqué sobre estos versículos. Señalé cómo este pasaje nos llama a considerar tales pruebas como una razón para encontrar gozo debido al efecto santificador que tienen en nuestra fe. Bueno, no quiero simplemente repetir lo que prediqué entonces. Más bien, quiero que reconozcamos cómo estos versículos también son temáticos para todo el libro de Santiago. Santiago quiere que pongamos nuestra fe en acción, y estos versículos iniciales nos muestran eso.

Entonces, profundicemos en nuestro segundo punto de hoy y comencemos a ver lo que dice acerca de la fe probada. Esto está en el versículo 2. Note el contexto de cómo se prueba nuestra fe. Habla de las diversas pruebas que experimentaremos en la vida. La palabra aquí para “pruebas” en el griego se puede traducir como “pruebas” y “tentaciones”. Es una palabra con una amplia gama de significados. Puede referirse a circunstancias externas que ponen a prueba cómo responderemos. También puede referirse a las tentaciones internas del corazón que intentan alejarnos de la justicia. Dado que el versículo 2 habla de “varias” pruebas y tentaciones de este tipo, debemos suponer que tiene todas estas cosas diferentes en mente. Hay tantas cosas que pueden probarnos y tentarnos en la vida.

Santiago continúa diciendo en el versículo 3 que estas pruebas probarán nuestra fe. La idea de probar aquí es probar si algo es genuino. En otras palabras, cuando vengan las pruebas y las tentaciones, demostraremos cómo respondemos si tenemos una fe genuina y viva. O mostraremos por nuestra respuesta que tenemos una fe falsa y muerta. El próximo capítulo profundizará más en tales nociones de fe genuina versus fe muerta, pero también lo vemos aquí en el contexto de prueba y tentación. Esta prueba ayudará a revelar si tu fe es real o no. Para aclarar, no estoy diciendo que una fe genuina signifique que pasas todas las pruebas a la perfección, como si siempre respondieras con rectitud cuando llega una prueba. Eso no es posible, en este lado de la gloria. Pero, ¿opera nuestra fe a través de la prueba? ¿Está nuestra fe luchando a través de la prueba mientras determinamos cómo responderemos a la prueba?

Ciertamente podemos imaginar las pruebas que se les presentan a los falsos creyentes y que revelan que realmente no tienen fe verdadera. Por ejemplo, podríamos imaginar a alguien que dice ser cristiano, pero en realidad solo participa en la iglesia solamente por los beneficios sociales. Pero luego digamos que la persecución a los cristianos comienza a provenir de la sociedad. Quizás los beneficios sociales de la iglesia sean superados para esa persona por los problemas que enfrenta la sociedad por profesar a Cristo. Un falso creyente en esa circunstancia probablemente concluirá que no vale la pena afirmar que siga a Jesús. Y en ese caso, terminarán renunciando a la fe, y su “fe” entonces no habrá pasado la prueba. Ese es solo un ejemplo en el que la fe falsa puede quedar expuesta por la prueba y la tentación. Y es un ejemplo que Santiago menciona en el capítulo 2.

Otro ejemplo sería si luchas con un pecado en particular. Supongamos que luchas contra las tentaciones de hablar con dureza. Digamos que normalmente andas haciendo sentir mal a la gente todo el tiempo con tus palabras. Digamos que la Palabra de Dios sigue confrontándote y, sin embargo, sigues rechazándola e ignorándola. No reconocerás que estás equivocado. Simplemente afirmas de corazón ser cristiano y estás contento de vivir en tu pecado. Si realmente no tienes vida de fe hablando en contra del pecado en tu vida, tal prueba expondría tu fe muerta. De hecho, después de un tiempo, en tal ejemplo, probablemente te cansarás de que los cristianos y la Palabra de Dios te confronten por tu pecado y probablemente simplemente abandones la farsa y renuncies a tu supuesta fe. Este también es un ejemplo que Santiago menciona en el capítulo 3.

Entonces, hay varias pruebas y tentaciones que pueden probar si la fe de alguien es genuina o no. Nuevamente, esto no significa que una fe probada que sea genuina siempre responda de manera justa a una prueba. Una prueba de tu justicia es simultáneamente una prueba de tu fe. Puedes fallar la prueba desde el punto de vista de la justicia, pero pasar la prueba desde el punto de vista de la fe. Entonces esto nos lleva a nuestro tercer punto para entender que una fe genuina, cuando se prueba, resulta en perseverancia y firmeza en la fe.

Esto se dice en el versículo 3. Dice que la prueba de tu fe produce firmeza. Este es el fruto de la prueba. Aquí se da a entender que se trata de una fe genuina. La fe verdadera soporta la prueba. La fe verdadera que es probada y probada produce firmeza de fe a través de la prueba. Es por eso que puedes fallar la prueba en términos de lo que la justicia demandaría de ti, pero podrías pasar la prueba en términos de tu fe todavía aferrada a Cristo y su perdón y gracia. Es posible que aprendas una dura lección durante la prueba si no logras hacer lo que deberías haber hecho. La gracia de Dios podría alentarte si hicieras lo correcto cuando te probaran. Tu fe misma podría ser desafiada y las impurezas en tu fe expuestas en la prueba y refinadas durante el proceso. Pero si tu fe permanece a través de la prueba, entonces no solo ha demostrado su autenticidad, sino que la firmeza proviene de ella. ¡Y eso es algo bueno!

Como dice nuestro pasaje, la perseverancia ante las pruebas a lo largo del tiempo trae sus propios frutos. Eso es lo que dice el versículo 4. Versículo 4, “Y que la perseverancia tenga todo su efecto”. El lenguaje acerca de la constancia que tiene su efecto completo se trata literalmente de dejar que la constancia haga todo el trabajo que hará en nosotros. Es decir, dejemos que la constancia termine su trabajo porque cuando esté completa, habrá frutos maravillosos que vendrán de la constancia. Entonces, el versículo 4 continúa explicando. “Y deja que la constancia tenga todo su efecto, para que seas perfecto y completo, sin falta de nada”. Cuando dice “para que seas”, está hablando en términos de la meta y el resultado final de la constancia. La firmeza que se desarrolla a través de la prueba de tu fe seguirá obrando en ti para convertirlo en algo perfecto y completo y sin que le falte nada.

El lenguaje de ser “perfecto” habla de madurez espiritual. Es la idea de terminar lo planeado. Es como si estuvieras haciendo un rompecabezas, miras en la caja para ver cómo se verá el resultado final. Cuando comienzas, es solo un montón de piezas. Con el tiempo, la imagen deseada comienza a verse lentamente. Cuando hayas terminado, el rompecabezas estará “perfeccionado” en el sentido que aquí se da a entender. El producto final es lo que se pretendía. Ha alcanzado su estado previsto. Dios usa prueba tras prueba para producir firmeza en nosotros y, a su vez, hacernos crecer en madurez espiritual.

El lenguaje de “completo” aquí es complementario a la idea de ser “perfecto”. La palabra para “completo” tiene que ver con ser “todo”. Estás espiritualmente completo, intacto, no te falta ninguna de las partes que se supone que debes tener. Una vez más, esto es como la analogía del rompecabezas. Es horrible cuando terminas el rompecabezas pero te das cuenta de que te falta una pieza. Pero Dios dice que su trabajo al probar nuestra fe es para que al final no nos falte ninguna pieza de nuestro rompecabezas espiritual. Estaremos completos.

Solo para asegurarnos de no perder el punto, estas ideas de perfección e integridad se complementan con este lenguaje de que no nos faltará nada. Obviamente, esto se refiere a nuestro resultado final. La meta final para nosotros espiritualmente en una fe probada y refinada, es que no nos faltará nada bueno que nuestro corazón necesite. Santiago nos da un ejemplo del tipo de cosas que tiene en mente en el próximo versículo. No lo leímos hoy, pero el versículo 5 continúa diciendo que si hallamos que nos falta sabiduría, podemos pedirla a Dios. Esa es la misma palabra griega que significa falta en el versículo 5 y el versículo 4. En nuestro estado final de perfección cristiana, no nos faltará nada de lo que nuestra alma necesita; seremos perfeccionados en sabiduría, conocimiento y justicia.

Para aclarar, no alcanzaremos tal estado de perfección en esta vida. El completo perfeccionamiento del creyente solo se realiza en gloria, en nuestra vida de resurrección. En términos teológicos, a eso lo llamamos glorificación, cuando Dios complete su obra para renovar nuestras almas. Pero este pasaje nos recuerda que Dios comienza ese trabajo de perfeccionamiento aquí y ahora. Y lo hace a través de pruebas y tentaciones. Él usa esas cosas para probar nuestra fe, produciendo firmeza, que con el tiempo nos hace crecer en piedad. Esto es lo que llamamos santificación y es un proceso de por vida para un creyente.

De hecho, esto es de lo que encontramos a Jesús hablando también en el Sermón del Monte. Recuerde, Jesús dijo en Mateo 5:48: “Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Por cierto, esto es algo que veremos mucho en nuestro estudio de Santiago. Santiago extrae mucho material directamente de las enseñanzas de Jesús, mas que cualquier otra epístola del Nuevo Testamento; especialmente del Sermón del Monte. Bueno, cuando Jesús dijo: “Sé perfecto como tu Padre que está en los cielos es perfecto”, podemos apreciar eso en dos sentidos. Primero, podemos reconocer cómo no cumplimos con ese estándar y buscamos a Jesús por perdón y gracia, que es exactamente la razón por la que Jesús murió en la cruz, para que pudiera otorgar perdón a todos los que creen en Él. Pero en segundo lugar, podemos reconocer que esta perfección es la meta que Dios en Cristo tiene para nosotros, sus hijos. Nos esforzamos por lograrlo en esta vida, por su gracia y a través de la pruebas y la tribulaciones. Y Dios completará la obra en su momento perfecto.

¿Ves cómo todo esto se remonta a lo que dice el comienzo del versículo 2? Podemos considerarlo todo como gozo cuando llegan las pruebas y los problemas. No porque sean fáciles o divertidas. Pero es cómo Dios los usa para nuestra santificación. Y si podemos contarlos y considerarlos como gozo, entonces podemos y debemos alabar a Dios en estas circunstancias.

En conclusión, hermanos y hermanas, el pasaje de hoy nos recuerda que la fe actúa a través de la prueba y la tentación. La fe nos ayuda a saber cómo pensar en esas pruebas. La fe nos impulsa en tales pruebas. La fe coloca los problemas en el contexto y la perspectiva adecuados. La fe aprende y crece a través de tales pruebas, incluso cuando la fe misma encuentra sus debilidades expuestas a través de las pruebas. La fe se pone en práctica en la prueba y la tentación.

Mi fe se puso a prueba especialmente el año pasado. Quizás la tuya también lo fue. Ojalá pudiera decir que siempre pasé la prueba en términos de respuesta justa. Pero por la gracia de Dios, cuando luchamos por pasar las pruebas, que nuestra fe aprenda de esos errores. Y en la fe, busquemos seguir aprendiendo lo que nuestra fe debe hacernos pensar, decir y hacer con respecto a cualquier prueba que se nos presente.

Y entonces, que este nuevo año de 2021 y esta serie de Santiago nos comprometan nuevamente a caminar por fe, pensar por fe y hablar por fe. Tengamos un compromiso renovado este año con lo que realmente es la fe cristiana en términos de nuestra práctica. ¡Vamos a buscar de que este año no solo se trate de la ortodoxia sino también de la ortopraxia! Amén.

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