No Hambruna de Pan

Sermón predicado en Amos 8:11-14 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 1/14/2018 en Novato, CA.

Sermón

Reverendo W. Reid Hankins, M.Div.
Traducido por el Diácono Diego Merino.
Amos 8:11-14
1/14/18
“No Hambruna de Pan”
Vi un signo de venta en internet que tenía el refrán, “nunca se sabe lo que uno tiene hasta que lo ha perdido.” La idea de esto es poner papel higiénico en el baño. Nunca sabes lo que tienes hasta que lo has perdido. Esa es sabiduría proverbial que tiene todo tipo de aplicaciones. Tu ciertamente puedes aplicar al tema de hoy respecto a la hambruna en nuestro pasaje. En una típica hambruna seguro que aprecias los alimentos mucho más cuando no ha quedado nada. Así, el profeta dice que todo sería cierto para Israel y la Palabra de Dios. Cuando el hambre de la Palabra de Dios viene a ellos, entonces grandemente extrañarán lo que tenían.

Por lo tanto, estaremos pensando hoy en esta hambruna de la Palabra de Dios. Amós profetiza contra Israel que vendrá una hambruna de la Palabra de Dios sobre ellos. Pero antes de pensar específicamente a cerca de eso, recordemos por un momento los antecedentes de las imágenes de fondo trabajando aquí. Para que Amós hablara de un hambre de la Palabra de Dios, nos hace pensar primero en una típica hambruna. Es la hambruna mencionada allí en el versículo 14: hambre de pan. Del mismo modo, una sequía donde las personas tienen sed. Sí, este pasaje va a hablar de un tipo diferente de hambre y sed. Pero usa estas imágenes de hambre físico y sed física para hacer su punto. Por lo tanto, vamos a pensar en nuestro primer punto acerca de eso: una hambruna terrenal y sequía física.

Este hecho, fue una de las maldiciones del pacto que Dios había amenazado a Israel si ellos desobedecían a Dios en romper el pacto. Dios prometió que enviaría hambre y sequía; hambre físico y sequía en la tierra si no fuesen fieles al SEÑOR. Deuteronomio 28 lista muchas maldiciones que Dios traería sobre ellos si no guardaban el pacto. 28: 18 muestra uno que las cosas que la tierra sería maldita. 28: 13 habla de cómo Dios haría los cielos de bronce y la tierra de hierro, lo que básicamente significa que no habría lluvia y que la tierra sería imposible de trabajarla. Una lista similar de maldiciones del pacto se muestra en Levítico 26. En 26: 26, Dios amenazó con cortar su suministro de pan, y cómo terminarían teniendo en comer a sus hijos e hijas. Que cosa mas horrible de pensar. Piensa en el contraste en todo esto. En la Torá, Dios los estaba amenazando con estas maldiciones cuando entraban a la tierra prometida. La tierra prometida era una tierra de leche y miel para ellos. Se suponía que era un lugar donde abundaban excesivamente el pan y agua. Así cuando Israel se establecieron primero en la tierra, Dios les dijo que sería tierra de abundancia, si sólo fueran fieles a los términos de su pacto. Pero si no fuesen fieles, entonces deben esperar maldiciones en lugar de bendiciones. Las maldiciones incluyeron hambruna y sequía en la tierra.

Bueno, lamentablemente, Israel tuvo que soportar tal maldición más de una vez debido a su pecado. Un ejemplo memorable se registró en el libro de Rut. Fue durante la época de los jueces donde Israel fue completamente infiel al Señor. Así, el libro de Rut registra cómo una familia que vivía en Belén tuvo que salir de Belén y vagar por Moab en busca de alimento. Irónicamente, Belén significa casa de pan, pero no había pan en esa casa de pan. Por lo tanto, tuvieron que vagar en busca de alimento, dejando la tierra prometida y finalmente encontrar comida en la tierra extranjera de Moab. Ese vagar a Moab para buscar comida suena como lo que se describe en el pasaje de hoy en el versículo 12, los errantes de mar a mar, de aquí para allá, buscando para satisfacer sus necesidades en medio de la hambruna. Bueno, el libro de Rut muestra sólo uno de una serie de hambrunas físicas que Dios envió a su pueblo. Estas maldiciones del pacto fueron usadas por Dios para castigar a Israel. Fueron realizadas para llamar la atención de Israel para mostrarles su necesidad de arrepentirse de su pecado y volverse al SEÑOR.

Pero por supuesto, para el pasaje de hoy el hambre físico y sequía hoy no es el tema real. El hambre físico y la sequía se convierten en las imágenes para explicar una maldición mucho mayor. Dios enviará a Israel un hambre de la Palabra de Dios. La gente ya no tendría la Palabra de Dios viniendo a ellos. Ellos tendrán hambre por esto. Tendrán sed de ello. Pero esta hambruna se quitaría de ellos. Eso es lo que declaran los versículos 11-13. Amós dice que esto es una palabra profética del Señor. Es una Palabra de Dios que ellos perderán la Palabra de Dios. Amós dice que esto es algo que viene sobre ellos.
Un castigo de lex talionis: el castigo se ajusta al crimen. Hemos visto en este libro que Israel no ha querido escuchar la Palabra de Dios. Atrás en el capítulo 2, versículo 12, registra que Israel dijo a los profetas que no profetizaran. En el ultimo capítulo, lo hemos visto con el sacerdote Amasías prohibiendo específicamente a Amós de profetizar en Israel. Y así Dios dice a través de Amós aquí que un día les dará lo que ellos piensan que quieren. Él silenciará a los profetas. Él removerá la Palabra de ellos. Y sin embargo, es cuando al parecer ellos se darán cuenta de lo que están perdiendo. De nuevo, tiene la idea de “nunca sabes lo que tienes hasta que lo has perdido,”. Porque entonces habla aquí de cómo Israel anhela la Palabra de Dios. Durante esa hambruna de la Palabra de Dios, la gente lo buscará en todas partes. Pero por desgracia, no lo encontrarán en ese día.

En caso de que no está claro, esta es la peor maldición que de hambre de pan. La Palabra es superior al pan; más esencial para la humanidad que el pan. Los seres humanos no siempre reconocen esto, pero es lo que Dios nos ha enseñado. Aquí, Israel debe recordar la lección que Dios les enseñó por medio de Moisés. Cuando caminaban en el desierto, los registros muestra en Deuteronomio 8:3 que Dios dio a Israel una lección física de hambre. Escucha el verso. Deuteronomio 8:3, “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tu, ni tus padres lo habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. Estar sin pan es malo. Estar sin la Palabra de Dios es mucho peor.

Parte de la idea aquí es que la presencia de la Palabra de Dios está estrechamente relacionada con la presencia de Dios. Cuando Dios está presente con su pueblo, es por su bien, y eso incluye su Palabra dada a ellos, porque necesitan su Palabra. Y por lo tanto, no nos sorprende ver en las Escrituras, esta conexión cercana a la presencia favorable de Dios con su pueblo y la presencia de su Palabra para su pueblo. Por ejemplo, el rey Saúl. Fue por la Palabra profética de Dios a través de Samuel que Dios habló a Saúl y lo llamó para que fuera rey. Fue por esa Palabra profética y la Palabra escrita en la Torá que Dios dirigió a Saúl a cómo actuar como rey. Sin embargo, cuando Saúl desobedeció repetidamente la Palabra de Dios, Dios lo rechazó como rey. Esto significaba que Dios ya no estaba mas con Saúl. Y ¿cómo fue la falta de la presencia de Dios considerada en Saúl? Una manera importante que se vio era Saúl no tener acceso a la Palabra de Dios. Por ejemplo, en 1 Samuel 28, Saúl se enfrenta a una enorme fuerza filistea montada contra él. Saúl intenta consultar al SEÑOR, pero el Señor no le responderá. Saúl relata cómo Dios le ha dado la espalda y no hablará con él por medio de profetas ni por sueños. Así, Saúl en su desesperación y tonto actuar va a una bruja en Endor para intentar conseguir una palabra del difunto profeta Samuel. Sorprendentemente, Dios permite a Samuel hablar con él a través de la bruja, que sólo reitera que Dios le ha abandonado y no le ayudará. El punto en este ejemplo con Saúl, vemos que la Palabra de Dios está estrechamente relacionada con la presencia favorable de Dios y su bendición. Para Dios traer hambre de su Palabra a Israel sin duda refleja que cómo Saúl se convirtió en enemigo de Dios, así también Israel se había convertido en enemigo de Dios. No sólo Dios no hablaría a Israel, seguramente eliminará su presencia favorable y las bendiciones. Todo esto contribuye a lo grande de una maldición que es para ellos tener hambre de la Palabra. Significa que Dios ha abandonado a Israel, ya que Israel se había convertido en enemigo de Dios. El versículo 14 nos recuerda por qué experimentan una maldición tan terrible. En definitiva, es a causa de su idolatría. En contraste irónico, él habla de aquellos que juran por el pecado o culpa, de Samaria. Esto está en contraste con Dios que previamente en este libro ha jurado por su santidad y por sí mismo. Estas personas juran por su culpa, seguramente una referencia a su culto idólatra, en función del contexto. Menciona al dios de Dan, que describe la idolatría sucediendo allí. (El libro de los Jueces menciona la idolatría sucediendo atrás incluso durante la época de los jueces). También menciona el camino de Beerseba, la cual probablemente se refiere a cómo el pueblo de Israel haría una peregrinación espiritual para la adoración en Beerseba, desde que era un lugar sagrado antiguo durante el día de Abraham y de Isaac. Por supuesto, como hemos dicho antes, bajo el Pacto Mosaico no fue el lugar donde la gente fueran a adorar más, y así que esto fue una perversión de la adoración verdadera y se convirtió en idolatría también. Por esta razón Dios los abandonó de esta manera otorgándoles un hambre de su Palabra. Por supuesto, Israel no debería haberse sorprendido que ya no tienen a Dios hablándoles cuando en su idolatría pidieron a sus ídolos mudos hablarles de la Palabra de Dios. ¡Eso no iba a suceder!
Y así, perder la Palabra de Dios y su presencia favorable podría representar un desastre para Israel. Como dice en el versículo 14, nunca se levantaran otra vez. Esto otra vez repite lo que hemos visto recientemente en Amós. Dios había declarado un cierto y terrible juicio sobre la gente. Aunque como vamos a ver en el siguiente capítulo, Dios preservará y levantará un remanente en última instancia, eso no cambia el hecho de que Israel en general será destruido en el juicio. Si sólo Israel habría escuchado las advertencias de las hambrunas terrenales. Si solo el hambre de comida terrenal y bebida los hubiera despertado y causarles a cambiar sus caminos. Pero no lo hicieron. Así, Amós declara la sentencia que está a punto de acontecerles. Esta gran maldición, esta hambruna de la Palabra de Dios iba a venir, y resultaría en su caída y para nunca levantarse otra vez.

Por lo tanto, ¿cuándo esta hambruna vino sobre Israel? Bien, podemos pensar cómo esto habría llegado al menos en parte cuando Israel fue destruido y exiliado. Las dos fuentes comunes de la Palabra de Dios fue a través de los profetas y los sacerdotes. Los profetas especialmente traería nueva revelación, y el sacerdote iba a enseñar al pueblo la revelación que ya había sido recibida. Bien, sabemos que cuando el reino meridional de Judá fue conquistado y exiliado por Babilonia tal hambre de la palabra de Dios vino a ellos. Por ejemplo, Lamentaciones 2:9 y Ezequiel 7:26 describen esto. Esos pasajes hablaron de la destrucción de Jerusalén y cómo la ley se perdió del sacerdote y cómo los profetas ya no recibieron ninguna visión de Dios. Probablemente una experiencia similar habría sido el caso de Israel cuando los asirios los conquistaron y exiliaron.

Y sin embargo también podemos mirar hacia atrás en la historia y ver una experiencia aún más grande de hambre de la Palabra de Dios. Es lo que se ha referido a los 400 años de silencio. Esto se refiere al intervalo de tiempo entre los libros del Antiguo y Nuevo Testamentos de la Biblia. Hay cerca de 400 años de tiempo donde no hay nuevos libros de la Biblia porque no había sido dada ninguna profecía nueva. Este fue un momento interesante y ciertamente un tiempo cuando la gente empezó finalmente a tener sed para oír de Dios. Piénsalo. Por un lado, durante este tiempo, tenían la Palabra de Dios accesible otra vez. Este período de 400 años fue después de que el pueblo judío había sido capaz de volver del exilio. Un nuevo templo en Jerusalén había sido construido, y el sacerdocio levítico reanudó su trabajo y la enseñanza de la ley. Sin embargo, después esa vuelta del exilio, las cosas nunca fueron tan gloriosas para los judíos como antes. Por ejemplo, fueron gobernados generalmente por alguna nación extranjera, como los persas, los griegos o los romanos.
Verás, que hizo a la gente especialmente tener hambre y sed por oír de Dios durante esos 400 años de silencio es por lo que les había ya dicho Dios. Como las personas fueron capaces de escuchar otra vez de la Biblia, que habría sido el Antiguo Testamento, les habló de grandes y gloriosas promesas. Los profetas habían hablado de cómo Dios maravillosamente restauraría el pueblo de Dios después del exilio. Los profetas habían hablado de cómo un glorioso reino se establecería para ellos con el Mesías, hijo de David, reinando sobre ellos. Por ese tiempo se abre el Nuevo Testamento, eso es lo que esperaron, pero aun todavía no viene. Por lo tanto, buscaban desesperadamente escuchar a Dios con algún tipo de actualización. Y sin embargo fue durante ese tiempo de estos 400 años de silencio profético.
Vemos esta sed cuando Dios finalmente rompe el hambre enviando a Juan el Bautista. La gente van a él y quieren saber quién es. ¿Es el Mesías? ¿Es el prometido retorno de Elías? ¿Es el Profeta prometido? Bueno, así como aprendemos en el Nuevo Testamento, fue el último de los profetas del Antiguo Testamento, que vino en el espíritu de Elías. Llegó, como fue profetizado, para preparar el camino del Señor a su pueblo. Juan el Bautista vino a preparar el camino para el Mesías.

¡Y es cuando se acabó especialmente el silencio! Es entonces cuando el hambre por la palabra de Dios llegó a su fin. Jesús era la Palabra eterna de Dios viniendo a su pueblo. Él trajo la presencia favorable de Dios hacia su pueblo, como esa Palabra de Dios, quien llevó la Palabra al pueblo. Jesús vino a los hambrientos de la Palabra de Dios como el pan vivo bajado del cielo. Jesús vino a aquellos sedientos de la Palabra de Dios como poseyendo el agua viva, a quienes beban de ella nunca tendrán sed jamás. Jesús vino como el pan de vida con el agua viva para que todos los que acuden a Él se llenarían, saciarían su sed, serían satisfechos.

Y sin embargo ¿cómo sería posible? ¿Cómo sería posible porque nosotros los seres humanos todavía aún tenemos el problema del pecado? Era la maldición del pecado que trajo el hambre de la Palabra de Dios en primer lugar. Sin embargo, Jesús resolvió esto en su venida también. Jesús, Jesús justo, resolvió nuestro problema con el pecado para que no tengamos que experimentar esta maldición nunca mas. Jesús mismo era sin pecado, y cumplió la Palabra de Dios como vimos en la hora de tentación. Recordemos incluso en la hora de la tentación Jesús en el desierto, Él no consideró el sustento terrenal como más valioso que Dios y su Palabra, diciendo: «El hombre no vivirá sólo de pan sino de toda palabra que proceda de la boca de Dios.» Es este justo Jesús que se convirtió en anatema por nosotros en la cruz. Dijimos que un hambre de la Palabra de Dios era una maldición peor que el hambre de pan. Hemos dicho que refleja la pérdida misma de la presencia favorable de Dios. Seguramente, esa es la horrible maldición que Jesús llevó en la cruz por nosotros. Eso es lo que se refleja como Jesús colgado en esa cruz y clamando: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Sin duda, se refleja también, en sus palabras irónicas de “tengo sed.” El mismo que dijo que es capaz de hacer que nadie nunca tenga sed otra vez – en la cruz Él mismo tuvo sed. Pero eso fue exactamente el punto. Él tuvo sed por nosotros. Él tuvo hambre de Dios y su presencia y su palabra, por nosotros. Eso es lo que era la cruz. Él tomó la maldición de este tipo de hambre, para que nunca tendríamos que volver a tener hambre. Tuvo hambre y sed de Dios y su Palabra y su presencia para que nunca más tendríamos que perder estas cosas. Esto es entonces lo que tenemos como cristianos por la fe en Cristo Jesús, el pan de vida y con Él el agua viva. Y así, en las palabras de Isaías 55, “Ho! Todo el que tiene sed, venga a las aguas; y tu que no tienen dinero, ven, compra y come. Sí, vengan, compren vino y leche sin dinero y sin precio.” ¡Reciban esto al recibir a Jesús en la fe!
Entonces, tengo una pregunta para ayudarnos a pensar más en las implicaciones de todo esto. ¿Estamos ahora en otro período de silencio? El último libro de la Biblia fue escrito hace casi 2.000 años. ¿Entramos en otra hambruna de la palabra de Dios? ¡No, para nada! No en lo más mínimo. Déjame explicarte. En primer lugar, no estoy diciendo lo que los cristianos carismáticos y pentecostales querrían decir. Quieren decir que hay todavía nuevas palabras del Señor a recibir. Algunos incluso han registrado libros con estas supuestas palabras. ¡Bueno, si estas eran probablemente legitimas debemos entonces agregarlos a nuestras Biblias! Pero hay buenas razones para no hacerlo. Quiero afirmar claramente que como cristianos no estamos en una hambruna por la Palabra de Dios. Pero también quiero decir que esto no es debido a las pretensiones de tales cristianos carismáticos. Creo que no estamos recibiendo cualquier tipo de nuevas profecías o nuevos libros de la Biblia.

Por el contrario, los cristianos están en lo correcto al afirmar que se ha cerrado el canon de las Escrituras. Está cerrado porque está completada. Pensemos en unos pocos pasajes que se unen para esto. 1 Pedro 1:10 hablan de cómo los profetas del Antiguo Testamento hablan de una salvación que viene en Cristo Jesús. La parábola de Jesús de los labradores malvados en Mateo 21 nos da a entender como Jesús viene después de los profetas. En 2 Corintios 1:20, Pablo dice que todas las promesas de Dios son sí y amén en Jesús. Y en Efesios 2:20, Pablo dice que el fundamento de nuestra fe cristiana edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. ¿Cuál es el punto? ¡La fundación se ha dado, no construimos otra! La Palabra de Dios en el Antiguo Testamento habla de Cristo por venir. La Palabra de Dios en el Nuevo Testamento ahora ha testificado que Cristo ha venido. Ahora tenemos la historia completa. Tenemos la Palabra de Dios para nosotros. No esperamos nuevos libros de la Biblia, porque ya tenemos la Palabra completa de Dios. ¿Cuál es nuestro trabajo ahora entonces? Es igual como lo que dice en Judas 1:3, que ha sido una vez dada a nosotros. Permítame decir todo esto en una forma diferente. No debemos tener mas hambre por ninguna revelación adicional, porque tenemos el pan de vida que es Jesús. Y Él nos ha dado su Palabra aquí en la Biblia. ¿Cómo podemos creer en Jesús y todavía vivir sedientos de nueva revelación? Jesús dice que no necesitamos tener mas sed si lo tenemos Él.

Iglesia Presbiteriana de Trinidad, aquí Dios fue amable a través de Amós avisando antes de esta hambruna de la Palabra de Dios que vino sobre ellos. Así también, en estos últimos días, Dios ha hablado con una advertencia a la humanidad a través de su Hijo. Viene un día del juicio final, cuando la palabra de Dios y su presencia favorable se quitará completamente para siempre de lo malvados. Eso es los que es el infierno. Puedan todos arrepentirse ahora y encontrar gracia y perdón a través de Jesús.

Entonces, para todos los que tienen tal esperanza, alegrémonos como aquellos que tienen las Sagradas Escrituras. La Biblia no es un mero libro de la antigüedad. No para nosotros, que hemos recibido su verdad, por lo que es, la palabras de Dios, para nosotros la Biblia es el poder de Dios. Y para nosotros como su pueblo tener su palabra, significa que también lo tenemos a Él. ¿No es que lo que Jesús dijo en la Gran Comisión?– hacer discípulos, enseñar su palabra, y que Él estará con nosotros para siempre incluso ahora, como los que están en Cristo, ya tenemos el poder de su Palabra y su presencia dentro de nosotros. Lo tenemos aquí y ahora y lo tendremos en la eternidad en toda la mayor gloria.
Por lo tanto, podamos amar a nuestras Biblias. No permitamos que se empolven en los estantes. Permitamos que se asiente diariamente en nuestros corazones. Que podamos ver cómo nosotros también estamos llamados a ser profetas y sacerdotes en llevar su Palabra al mundo, incluso hoy en día. Amén.

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