Misericordioso y Fiel Sumo Sacerdote

Sermón predicado en Hebreos 2:10-18 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 4/22/2018 en Novato, CA.

Sermón

Reverendo W. Reid Hankins, M. Div.
Traducido por el Diácono Diego Merino
Hebreos 2:10-18
04/22/18

“Misericordioso y Fiel Sumo Sacerdote”

Es una verdad bien conocida y aceptada entre los cristianos que Jesús es nuestro sumo sacerdote. Lo que pueda ser que tu no sabes, es que esa enseñanza en el Nuevo Testamento solo se establece explícitamente en el libro de Hebreos. Si, otros libros del Nuevo Testamento muestran a Jesús como sacerdote. El concepto está allí, a través del Nuevo Testamento. Pero sólo el libro de los Hebreos lo declara explícitamente. Y no sólo Hebreos lo declara, esto repetidamente lo dice y pasa mucho tiempo desarrollando la doctrina. Qué tesoro tan maravilloso tenemos aquí en el libro de Hebreos. Y aquí está en el primer lugar en Hebreos que explícitamente lo afirma (aunque también esto se menciona conceptualmente desde el principio en el 1:3). En el versículo 17, Jesús es un sumo sacerdote misericordioso y fiel.

Sin embargo esto también fue algo prometido por el Antiguo Testamento. Si recuerdan en 1 y 2 Samuel, la gente tuvo problemas para encontrar un buen liderazgo. A menudo pensamos en esos libros como Dios trae a un rey en el rey David y se compromete a través de la línea de David levantar al Mesías. Pero mucho antes, desde el principio de 1 Samuel, Dios primero prometió levantar un sacerdote fiel. 1 Samuel 2:35, Dios dice, “entonces yo levantaré para mí un sacerdote fiel que hará conforme a lo que está en mi corazón y en mi mente. Yo le construiré una casa segura, y Él andará delante de mi ungido para siempre. ” Esa promesa fue dada a la luz del hecho de que el actual sacerdote Eli había fracasado en su trabajo como sacerdote. Los hijos de Eli estaban pervirtiendo el oficio de sacerdote, y Dios llamó a Eli a rendir cuentas por ello. Y por lo tanto, a la luz del fracaso del sacerdocio de la casa de Eli en aquellos días que Dios prometió que un día levantará un sacerdote fiel que serviría como sacerdote para siempre. Aquí, en Hebreos, las Escrituras inteligentemente nos declara que se ha mantenido la promesa en Jesús. Él es el sumo sacerdote prometido. Él es el misericordioso y fiel sacerdote cuyo servicio sacerdotal perdurará para siempre.

Empecemos entonces hoy pensando en este sumo sacerdote al considerar la encarnación. Nuestro primer punto será ver como este pasaje refiere a la encarnación al sacerdocio de Jesús. En definitiva, este pasaje dice que para ser un sacerdote para el pueblo de Dios, tendría que ser humano. Cuando pensamos de un sacerdote como un mediador, podemos pensar en el valor de Él en poder representar a ambas partes. El último capítulo ya hizo hincapié en la naturaleza divina de Jesús desde la eternidad. Pero aquí vemos su efectividad como un sacerdote ligado al hecho de que éste eterno también se convirtió en humano en la encarnación. Esto únicamente lo califica como el Dios-hombre para ser sacerdote entre Dios y el hombre. El pasaje de hoy se centra en Él convirtiéndose en hombre en la encarnación.

Vemos esto por ejemplo, en el versículo 17. Jesús tuvo que ser hecho semejante a sus hermanos en todas las cosas. Ahí va a conectarse la necesidad con el fin de ser nuestro sacerdote. Pero es importante entender ese lenguaje de “todas las cosas”. Este es un tema de la Cristología y la iglesia primitiva tuvo de pasar algún tiempo lidiando con esto a la luz de opiniones heréticas que algunas personas estaban tratando de introducir en la iglesia. Por ejemplo, al tratar de lidiar con la divinidad de Jesús con respecto a su humanidad, había algunas personas que intentaban conciliarlas a expensas de su humanidad o su divinidad. Por ejemplo, los Docetas dijeron que Jesús sólo parecía humano. Más tarde, el Eutychians también negaron que Jesús era completamente humano, afirmando que la naturaleza divina absorbió su naturaleza humana por lo que Él no era humano al igual que el resto de nosotros. Muchas otras ideas equivocadas también eran abogadas. El Concilio de Calcedonia en el 451 D.C. produjo la declaración definitiva sobre este asunto, aclarando que la Biblia enseña que Jesús tenían una naturaleza totalmente divina y una naturaleza totalmente humana, pero esas dos naturalezas se unieron en su persona. En el versículo 17 aquí, el punto sería que la naturaleza humana de Jesús es humana en todo aspecto. Eso se añadió en el versículo 14 donde habla de Jesús participando en la misma carne y sangre que tienen todos los seres humanos. Y por lo tanto, tenemos que ir a otros lugares como el último capítulo, para pensar más acerca de su naturaleza divina. Pero aquí, tenemos el punto muy claramente en cuanto a su humanidad. En todo lo que hace a un ser humano verdaderamente humano, Jesús llegó a ser eso.

Una de las consecuencias de esta encarnación es que se ha convertido en hermano con nosotros. Este tema va a lo largo de este pasaje. Esto especialmente tiene en mente la gente salvada por Dios, versus simplemente la humanidad. El versículo 11 nos da pistas en eso, porque habla de como Jesús ahora no se avergüenza de llamarlos hermanos. Por el contrario, pensamos en como en Lucas 9:26 Jesús dice que en su segunda venida se va a avergonzar de aquellos que no son sus seguidores. Del mismo modo, en el versículo 12, citando la parte victoriosa del Salmo 22, habla de como Jesús ministrando en la asamblea de entre sus hermanos. Ese idioma de declarar el nombre de Dios y la alabanza de canto en un conjunto apunta a su papel sacerdotal, también, a propósito. El versículo 17 otra vez menciona que los salvos son sus hermanos. En contexto, este pasaje parece conectar su hermandad con los compañeros creyentes con la encarnación. El versículo 11 habla de como Jesús y los salvos son todos de una sola fuente, tienen el mismo Padre Celestial. Qué cosa tan bendita y sorprendente considerar que Jesús nos salvó, Él se convierte en un sacerdote; y para que Jesús sea un sacerdote Él llega a ser un humano; y por Jesús convertirse en humano, Él llega a ser familia, incluso en un sentido humano. ¡Jesús se complace en llamar a quienes son salvos su familia; sus hermanos, de la misma carne y sangre; quien nos lleva juntos en adoración y comunión con el Dios glorioso del cielo y la tierra!

Por lo que es nuestro primer punto ver aquí la encarnación, especialmente como esto se relaciona con Jesús como nuestro Sumo Sacerdote. Ahora vamos a pasar a nuestro segundo punto a pensar en el sufrimiento que se describe aquí para Jesús. Su sufrimiento está también relacionado con la encarnación, por supuesto. Él no habría sido capaz de sufrir como esto, a menos que Él se hizo hombre. Pero el sufrimiento de Jesús es también aquí en términos de su sacerdocio. Mirar allí comenzando en el versículo 10. Habla allí de Jesús siendo perfeccionado por sus sufrimientos. ¿Qué significa eso? A pesar de las interpretaciones alternativas, he sido convencido por la beca que dice que es una referencia a Jesús siendo ordenado sacerdote. Creo que una mejor traducción es que Él fue ordenado a travez del sufrimiento. Hebreos cita la LXX griega claramente cuando cita el Antiguo Testamento. Bueno, la palabra griega usada aquí “perfeccionado” es la misma palabra utilizada varias veces en el Antiguo Testamento en la traducción de un idioma hebreo para “llenar las manos.” Ese idioma hebreo se refiere a la ordenación o consagración de una persona al sacerdocio. Ese sentido es sugerido por el siguiente versículo que habla de Jesús siendo el santificador de los que santifica. Eso también es idioma sacerdotal, ya que sacerdotes santifican, consagran cosas. Así, vemos esta misma palabra griega “perfeccionando”, por ejemplo, en Éxodo 29 en la LXX. Ese es el pasaje que habla del proceso de como ordenaron a Aarón y sus hijos como sacerdotes bajo el antiguo pacto. Allí, la ceremonia incluyó unción con aceite, así como dando ofrendas, incluidas ofrendas por el pecado. Esto es puesto aparte como santo para el Señor por su trabajo sagrado como sacerdotes. Éxodo 29:9, utilizando esta misma palabra en el griego dice, “así que tu debes ordenar (o algunas traducciones: consagrar) a Aarón y sus hijos.” Más adelante en Éxodo 29:33 esto hace una similitud con este idioma junto a la palabra consagración, equiparar a los dos.

Bien, no existe registro de Jesús pasando por una ceremonia tal como Aarón y sus hijos. Tampoco lo necesitaría, porque no fue hecho un sacerdote levítico bajo el antiguo pacto. Consideraremos más sobre esto más adelante en Hebreos, donde vemos que Jesús era de un orden diferente de sacerdotes. Ciertamente, no seria necesario ofrecer una ofrende del pecado por Jesús para ser ordenado como sacerdote, al menos para Él, desde que Él no cometió ningún pecado. Sin embargo, Hebreos aquí dice en el versículo 10 que había una manera de que Jesús fue consagrado u ordenado en este ministerio como sacerdote. Fue a través de sus sufrimientos. ¡Su unción como sacerdote fue la unción de sus sufrimientos! Jesús va del cielo a la tierra, de su divina exaltación a la humillación de convertirse en hombre, para ser nuestro sacerdote. Dios entonces lo ordena a esta obra como sacerdote por sus sufrimientos. Ese es un pensamiento asombroso presentado aquí en Hebreos.

¿Qué sufrimientos soportó Jesús mientras estaba aquí en la tierra? Bueno, ciertamente varios tipos. Podemos pensar en todos los sufrimientos en general que pertenecen a la humanidad, en nuestra carne y sangre. Pero el texto enumera específicamente unos cuantos. En el versículo 18, habla del sufrimiento que experimentó Jesús en la tentación. Sabemos como nos molesta nuestras tentaciones. Podemos pensar a veces como sufrimos o como somos afligidos con las tentaciones de Satanás, el mundo y nuestra propia carne. A veces erróneamente podríamos pensar que estas tentaciones eran fáciles de superar para Jesús, donde para nosotros son una gran carga. ¡Sin embargo, versículo 18 dice que Jesús sufrió en su ser el ser tentado!

Otro aspecto del sufrimiento de Jesús es en como había de soportar tanta oposición y persecución. Jesús vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron. Los líderes espirituales que deberían haber sido los primeros en darle la bienvenida y recibirlo fueron sus más acérrimos perseguidores. Esto se reconoce en lo que se cita en el versículo 13. Hay dos citas aquí, ambos se remontan a Isaías 8. Hablado originalmente por Isaías, pero ahora aplicado como palabras de Jesús: “Yo pondré mi confianza en Él”, y “Aquí estoy yo y los hijos que Dios me ha dado.” Esto debe causar en un estudiante de la Biblia de volver al contexto del pasaje de Isaías para ayudar a entender el propósito de la cita. Bueno, cuando vas de regreso a Isaías 8, ciertamente el sufriendo viene a la mente. Allí, Isaías se da cuenta de pocas personas han recibido sus palabras proféticas. En gran parte, la gente en los día de Isaías habían rechazado la Palabra del Señor que traía. Así, en respuesta, Isaías dice que él confiará en Dios. Él esperará pacientemente por estas palabras de Dios que se cumpliera. Mientras tanto, Isaías y sus hijos serán un remanente y servir como testigos contra el resto del Israel incrédulo. Bueno, eso describe el ministerio terrenal de Jesús. Él y sus pocos discípulos se pusieron como testigos a muchos en Israel que en primero rechazaron a Cristo y la Palabra que del cielo trajo.

Por supuesto, cuando pensamos en los sufrimientos de Cristo, en última instancia, pensamos en la cruz. Esto es central aquí también en este pasaje. El versículo 14 destaca su muerte. Esto conecta con su encarnación. Sin duda esto es lo pico de su sufrimiento. Y como vamos a ir más adelante a leer en Hebreos, es el punto culminante de su servicio sacerdotal. Y así, cuando pensamos de Jesús siendo ordenado por el sufrimiento como un sacerdote, especialmente debemos pensar de la cruz. Allí, Él es particularmente consagrado como sacerdote, con una ofrenda, con un sacrificio por el pecado. Allí, su sangre es derramada para consagrarlo como sacerdote mientras hace su acto principal como sacerdote, presentándose como un sacrificio por su pueblo; ¡sus hermanos!

Esto nos lleva entonces a nuestro tercer punto por hoy, considerar la ayuda que Jesús nos da como un sumo sacerdote misericordioso y fiel. Esta es la gran noticia para nosotros en este pasaje. El versículo 16 nos dice quién se beneficia de su servicio sacerdotal. ¡Esto no es para los ángeles que da ayuda, pero para la simiente de Abraham, para estos hermanos que se ha convertido como ellos para salvarlos! Seguramente esto incluye todo, judío o gentil, que se han convertido en hijos de Abraham por la fe en Jesús. O para decirlo en otra forma, su ayuda es para los hijos que trae a la gloria, versículo 10.

Así que vamos a pensar en el tipo de ayuda que Jesús nos trae a su pueblo. Varias cosas se mencionan aquí, pero vamos a empezar en el versículo 10 con el panorama amplio. Allí, la ayuda de Jesús se describe como siendo el capitán de nuestra salvación. La palabra “capitán” es difícil de traducir en contexto aquí. Es una palabra a cerca de alguien causando algo para empezar. Aquí se han sugerido varias posibilidades además de capitán tales como: autor, fundador, pionero, abridor de camino. Independientemente de la mejor palabra, observe las imágenes en este verso que transmite lo que esta palabra está describiendo. Esto dice que Jesús trae muchos hijos a la gloria. La idea es que Jesús lidera esos hijos a la gloria; pensar como seguir al líder. Jesús conduce a la gente que salva a esa salvación. Él les lleva por el camino de la salvación a la gloria. Y por lo tanto, si se le llama capitán o pionero o autor, no te pierdas las imágenes de Él liderando el camino tu siguiéndolo. Cuando otra vez pensamos de este tema a la luz de un sacerdote, tiene mucho sentido. Dada nuestra historia de pecado, ¿quieres caminar primero por la puerta del cielo a la presencia de Dios el juez justo? ¡Me gustaría que Jesús mi sacerdote entrara primero! ¡Me gustaría seguirlo! ¡Él es mi abogado como mi sacerdote! Bueno, el verso 10 habla sobre la ayuda que nos da primero con este tipo de lenguaje colorido. Jesús abre el camino a la gloria para seguirlo.

El siguiente beneficio o ayuda que Jesús nos está descrito en el versículo 10. La traducción dice que Jesús es el santificador que nos santifica. Para aclarar, no creo que esto se refiere tanto a lo que hablamos bajo el título de la santificación. Cuando hablamos de la santificación en la clase de doctrina, estamos hablando de la renovación continua y progresiva que Dios trae a los creyentes a lo largo de su vida y que terminará en el cielo. Pero aquí, parece más la idea del trabajo del sacerdote de consagrarnos; para separarnos como santos al Señor. A veces esto se refiere como santificación definitiva, en tanto que es algo ya ocurrido para los cristianos. Hebreos 10:29 habla en términos similares cuando dice que era la sangre de Cristo que ya nos ha santificado. Similarmente, verso 17 aquí se habla de la propiciación que Jesús hizo por nuestros pecados; como sacerdote se dio a sí mismo como ese sacrificio para hacernos limpios y santos ante Dios. La analogía del Antiguo Testamento es todas las leyes ceremoniales y cuando alguien se convirtió ceremonialmente inmundo, o hubo un pecado a tratar, a menudo eran rituales sacerdotales y sacrificios por la que el sacerdote podría restaurar la limpieza ceremonial o tratar con el pecado mediante el sacrificio, para que otra vez podían adorar a Dios en santidad. Esto es lo que hace Jesús como nuestro sumo sacerdote: Él es un santificador; un consagrador. En su deber sacerdotal nos consagra como su pueblo y nos califica en santidad ante el Todo Dios Santo.

Otro beneficio principal y ayuda que Jesús nos trae está en el versículo 14. Él vino para destruir al diablo. 1 Juan 3:8 también dice lo mismo. Jesús vino para destruir las obras del diablo. Vemos un aspecto de esto en términos a la muerte. Esto describe como Satanás ejercería el poder de la muerte. Es una declaración interesante porque sabemos que la muerte es por un lado el justo juicio de Dios. Sin embargo, Satanás no obstante ha ejercido sobre nosotros. Ha conseguido que pequemos y por lo tanto, nos ha llevado a la muerte. Eso es lo que vemos desde el principio y ha seguido desde entonces. No sólo eso, pero vemos la esclavitud que la muerte ha traído a la humanidad, incluso mientras estamos vivos en la tierra. Satanás manipularía esto también para sus fines malvados. Desde entonces la muerte se convirtió en una realidad para la humanidad, nosotros hemos temido eso. Pende sobre nosotros, siempre nos amenaza. Pero el versículo 14 dice que Jesús nos libera de este miedo permanente de la muerte. La muerte pierde su aguijón sobre el cristiano porque estamos seguros de que morir significa que partimos para estar con Cristo en el paraíso.

Bueno, hasta ahora, hemos cubierto los mayores beneficios de estar en Cristo, pero hay uno más mencionado aquí. Está en el último verso. El versículo 18 dice que Cristo nos ayuda incluso ahora en nuestras tentaciones diarias y continuas. Porque Él ha pasado por todas esas tentaciones, Él entiende nuestras luchas por lo que nos ayuda mas. Él nos da esa ayuda interior por su Espíritu, que puede animarnos, nos da convicción de nuestros pecados, y nos hace crecer. Él también nos ayuda en nuestra lucha aquí y ahora por su intercesión sacerdotal que Él hace por nosotros ante el Padre en el cielo, Romanos 8:33.

Iglesia Presbiteriana de la Trinidad, anímate en medio de los desafíos de esta vida. Pienso en la cita de Isaías en el versículo 14. Hoy en día, también hay momentos donde podríamos parecer que estamos solos como seguidores de Cristo en este mundo. Pero recuerda que no estás solo en este mundo. ¡Anímate que tienes un sumo sacerdote misericordioso y fiel! Él ha sido fiel para llevar a cabo el plan del Padre en la redención para que tu puedas salvarte por la fe en su nombre. Él ha sido y es aún misericordioso para con nosotros en toda esta ayuda que nos da. Él seguirá fielmente mostrando misericordia y ayuda para nosotros.

Teniendo tal sumo sacerdote, podemos decir con Jesús, que pongamos nuestra confianza en el Señor. Me refiero a la cita en el versículo 13, que Isaías y Jesús dijeron, “Pondré mi confianza en Él”. Digamos eso hoy en día, junto con Jesús y todos los santos que nos han precedido. Pondré mi confianza en Dios. Confía firmemente en Él sin importar los sufrimientos y tentaciones y persecuciones en esta vida. Por lo que tienes un misericordioso y fiel sumo sacerdote quien te ha salvado y sigue ayudándote, hasta ese último día cuando te lleve a través de esa puerta a la gloria. Amén.

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