Fiel a Aquel que lo Nombró

Sermón predicado en Hebreos 3:1-6 por el Reverendo W. Reid Hankins durante el servicio de adoración por la mañana en la Iglesia Presbiteriana de la Trinidad en 4/29/2018 en Novato, CA.

Sermón

Reverendo W. Reid Hankins, M. Div.
Traducido por el Diácono Diego Merino
Hebreos 3:1-6
04/29/18

“Fiel a Aquel que lo Nombró”

Desde la venida de Cristo y la promulgación de la nueva alianza, el pueblo de Dios ha tenido que aprender a relacionar esta nueva alianza con la antigua. Este hecho nos impacta muy claramente cada vez que abrimos nuestras Biblias. Tenemos un Antiguo Testamento y un Nuevo Testamento en nuestras Biblias. Diferentes grupos del pasado a través de los siglos han tratado de abordarlo de manera incorrecta. Esto empezó muy temprano como los judaizantes durante el tiempo cuando todavía incluso aún no se registraba el Nuevo Testamento. Entonces muchos nuevos cristianos judíos pensaban que los gentiles seguidores de Cristo debían empezar a seguir los rituales y ceremonias que Moisés ha dado bajo el antiguo pacto. La Iglesia consideró y rechazó esto; ve el consejo de la iglesia en Hechos 15. Otros, fueron al extremo opuesto. Por ejemplo, menos de un siglo más tarde, alguien llamado Marción denunció y rechazó el Antiguo Testamento, diciendo que era incompatible con la fe en Jesús. Una vez más, la iglesia no estuvo de acuerdo y excomulgó a Marción. Entonces, fue en la edad media, donde la iglesia Católica Romana desarrolló en lo que es hoy. Sin duda, el énfasis que ponen en las cosas externas en su estilo de adoración a venido a ser influenciado en parte por la preferencia puesta por el antiguo pacto; todavía durante la Reforma, los reformadores argumentaron que no era apropiado ahora bajo el nuevo pacto. Más recientemente, ha sido la aparición del dispensacionalismo que en su núcleo ve dos pueblos de Dios, Israel frente a la iglesia gentil, un error que proviene también de un desafío en relación del antiguo pacto con el nuevo pacto. Estos son sólo algunos ejemplos de este desafío que la iglesia ha tenido con relación con el antiguo pacto y el nuevo pacto. Sin embargo, el Nuevo Testamento nos dice mucho acerca de como entender correctamente esta relación. Hebreos especialmente nos orienta a este respecto. Hay semejanzas y diferencias entre el antiguo pacto y el nuevo pacto. Necesitaremos aprender que ciertas cosas han encontrado cumplimiento en Cristo y por lo tanto ya no se están practicando (como los sacrificios de animales o leyes de los alimentos kosher). Sin embargo, los pactos antiguos y nuevos no son fundamentalmente diferentes que ya no tiene más uso para tal Escritura. De hecho, vemos todo lo contrario. A pesar de las diferencias, hay mucha conexión y unidad con los santos bajo el antiguo pacto. Y por lo tanto, Hebreos nos da esta gran respuesta equilibrada: hay ambas conexiones y diferencias con los santos de la antigüedad bajo el antiguo pacto. El pasaje de hoy contribuye a nuestra comprensión en esto, como esto relaciona a Jesús con Moisés, quienes son los mediadores de los dos pactos.

Entonces, empecemos en nuestro primer punto al considerar a Moisés, mediador de la antigua alianza. El versículo 1 nos dice “considerar” a Jesús y entonces relacionarlo a Moisés. Por lo tanto, vamos a “considerar” a Moisés. ¿Qué aprendemos acerca de Moisés aquí? En el versículo 5, podemos ver que él era un siervo; un siervo de Dios. No sólo eso, pero vemos que fue un siervo fiel. La fidelidad de Moisés se aseguró en ambos versículos 3 y 5. Aquí Hebreos seguramente tiene en mente el pasaje del Antiguo Testamento de números 12:7. Allí Dios llama a Moisés su siervo y dice de Moisés que “él es fiel en toda Mi casa”. Números allí también dice lo que dice este pasaje de Hebreos; es la casa de Dios, no la casa de Moisés. Y por lo tanto, Moisés fue un siervo y fue fiel. Él trabajó para Dios a como Dios estaba construyendo su casa. Y nota que nada se dice aquí en Hebreos sobre las fallas de Moisés. Es verdad, sabemos por las Escrituras que pecó de diferentes maneras, especialmente en golpear la roca cuando Dios le dijo que hable a la roca. Ese pecado impidió que Moisés entrara en la tierra prometida. Pero nada de eso se menciona aquí. Seguramente está escrito para personas que tenían a Moisés en el sentido más alto y no era necesario señalar eso. No hay esfuerzo o deseo para denigrar a Moisés aquí. De hecho, este pasaje dice en la escritura que glorificó a Moisés, implícito en el versículo 3 e indicado en Números 12:7 declarado por Dios.

Así como consideramos a Moisés por un momento, les recuerdo que Moisés no fue sólo otro profeta del Antiguo Testamento. El libro de Hebreos no describe a Moisés aquí como una de muchas personas que han de compararse con Jesús. No, Moisés se encuentra en el Antiguo Testamento en un papel fundamental como quien Dios usó para establecer el pacto que gobernó la mayor parte del tiempo del Antiguo Testamento. Piensa en los títulos dados aquí a Jesús en el versículo 1: apóstol y sumo sacerdote. Podríamos ciertamente utilizar también esos títulos de Moisés, así como pensamos en su trabajo. Moisés también fue un apóstol y sumo sacerdote y no de alguna manera común pero de una manera grande y exaltada.

Piensa de Moisés como un sumo sacerdote. La Biblia no lo llama explícitamente sumo sacerdote, aunque a él se refiere como un sacerdote en Salmo 99:6 junto a su hermano Aarón. En realidad, es Aarón quien recibió ese título, Sumo Sacerdote. Aarón y sus descendientes recibieron el papel para servir como sacerdotes en el antiguo pacto. Sin embargo, claramente, cuando era necesario, Moisés fue un sacerdote para el sumo sacerdote. Moisés era un sacerdote pero no de la orden Aarónica. Más bien, la orden Aarónica llegó a Moisés como su sacerdote. Por ejemplo, en Éxodo 32, cuando Aarón el sumo sacerdote pecó con la gente en la fabricación de un becerro de oro, Moisés tuvo que interceder en su favor a Dios para salvarlos. O en Números 12, cuando Aarón y su hermana Miriam contendieron contra Moisés, Moisés tuvo otra vez que interceder por ellos ante Dios cuando Dios castiga a Miriam con la lepra. Aaron pide a Moisés quien entonces suplica a Dios que Miriam sea sanada de su lepra. Por lo tanto, aunque Aaron bajo el antiguo Pacto era el sumo sacerdote, Moisés estuvo incluso por encima de Aarón el sumo sacerdote. Él era el sumo sacerdote, del sumo sacerdote Aarónico.

Así que piensa después de Moisés como un apóstol. Técnicamente, “apóstol” significa “enviado”, refiriéndose a un mensajero autorizado enviado por alguien con un mensaje. Utilizado con respecto a Dios, pensamos en un apóstol como alguien que es enviado con un mensaje, con una revelación de Dios. Profeta y apóstol son muy similares, en este sentido. Esta misma palabra de raíz griega para apóstol es utilizada en la traducción (Septuaginta) LXX de Éxodo 3:10, describiendo como Dios envió a Moisés a Faraón. Más aún, pensamos en como Dios hizo de Moisés emisario de su pueblo, para establecerlos en ese antiguo pacto hecho en el Sinaí. Pensando en Moises siendo este apóstol, este portador de la revelación a la gente, otra vez recordamos Números 12. Cuando Aaron y Miriam estaba celosos del papel de Moisés en cuanto a la revelación de Dios, Dios les dijo que Moisés no era ningún profeta ordinario. Moisés recibió la revelación de una manera mucho más grande, mucho más clara que cualquier otro profeta. Esto hace que lo que estamos diciendo; que Moisés no era otra figura mas en el Antiguo Testamento. Él es el profeta de profetas en el Antiguo Testamento. Bajo el Antiguo Testamento, no había ningún otro profeta como él.

Entonces, esto hace que la profecía de Moisés en Deuteronomio 18:15 mucho más importante. Es entonces cuando Moisés dice que Dios un día levantaría otro profeta como él. En otras palabras, no sólo otro profeta, pero otro profeta superior a Moisés. Es donde vemos a Moisés otra vez ser un apóstol. Si pensamos como el Nuevo Testamento describe a los apóstoles, pensamos en como ellos traen testimonio acerca de Jesús. Cuando Moisés profetizaba de otro profeta por venir como él, él testificó de Jesús. De varias maneras, Moisés testificó del Jesús por venir. Jesús dijo lo mismo en Juan 5:46, que Moisés escribió a cerca de Él. El versículo 5 en nuestro pasaje de hoy describe esto, que Moisés dio testimonio de esta revelación futura que vendría a pasar en Cristo Jesús.

Esto nos lleva entonces a nuestro segundo punto, para cumplir con lo que el versículo 1 nos comanda a hacer. Veamos ahora a considerar a Cristo, este apóstol y sumo sacerdote. Sorprendentemente, Jesús vino como el cumplimiento de la profecía de Moisés, que vendría otro profeta como él. Sin embargo, con la llegada de Jesús, vemos que se cumple de una manera más grande. ¡Jesús vino como Moisés, pero mucho mejor que Moisés!

Me encanta la imagen que se percibe cuando consideramos a Jesús ser un apóstol y sumo sacerdote. Como un apóstol, Él es el representante de Dios ante el hombre. Él trae la Palabra de Dios a nosotros, como ha sido destacado ya en Hebreos. Dios ahora en estos últimos días a hablado a través de su Hijo; otra vez el representante de Dios ante el hombre. Sin embargo, como un sumo sacerdote, Jesús es también un representante del hombre ante Dios. Él se ofreció a Dios a nuestro favor en sacrificio para salvarnos de nuestros pecados. Después de haber sido resucitado de los muertos, Él ahora vive para interceder ante Dios por nosotros. Es maravilloso pensar en esta doble función de Jesús, representando a Dios y al hombre. Como pastor, también es maravilloso pero con una imagen humilde de como llego a servir en el servicio de adoración cada semana como ministro de Cristo. En partes del servicio, estoy representando a Dios a su pueblo, como cuando leo la Palabra y la predico. Asimismo, en otras partes del servicio, llego a representar a la gente, como cuando los dirijo en oración en nombre de la congregación. Este humilde ministerio de pastores como pastores bajo el mando de Cristo radica en el hecho de que Jesús es últimamente el apóstol y sumo sacerdote que representa a ambos Dios y al hombre.

Mira qué más vemos de Jesús en este pasaje. En comparación con Moisés, Él es también llamado fiel. Al principio en el versículo 3 esta fidelidad se pone a la par de Moisés; ellos ambos fueron fieles. Otra vez, podríamos señalar como la fidelidad de Jesús era mayor que la de Moisés, pues Jesús nunca pecó. Pero el texto no ve la necesidad de apuntar esto aquí. En cuanto a la fidelidad de Jesús, creo en la oración de Jesús en Juan 17:4. Allí Jesús dice al Padre, «He acabado la obra que tú me diste que hiciera». Aquí tenemos otra de las imágenes a lo que se conoce como el pacto de redención; que Dios el Hijo desde la eternidad ha hecho el convenio con el Padre para redimir a un pueblo. Vemos en el versículo 2 la referencia a Jesús siendo fiel a aquel que lo nombró, con la implicación de que Moisés también fue nombrado por el mismo Dios. Sin embargo, con Moisés, su nombramiento fue en la zarza ardiente. Mientras que, en Juan 17 vemos que Jesús fue nombrado antes de que Jesús aún fuera encarnado en forma humana. Pero estoy divagando. El punto de que la fidelidad de Jesús es mayor que la de Moisés viene en el versículo 6. Se basa en la identidad de Jesús con Moisés. Sí, Moisés fue fiel, pero como un siervo. Jesús fue fiel, pero como un Hijo. Esto se explica con las imágenes de una casa. Dios está construyendo una casa que describe a como Él está haciendo un pueblo salvo que es de su santa posesión . Moisés sirve a Dios en ese proyecto de construcción, pero Moisés mismo en última instancia es sólo una parte de esa casa. Jesús, por otro lado, está por encima de eso. Como Hijo de Dios, la casa de Dios es Su casa. Imagínate la imagen del histórico pedagogo en la antigua Grecia. Era un fiel sirviente de una familia que era encargado de supervisar a los niños, que los llevaba a la escuela y generalmente estuvo a cargo de ellos. Mientras que los niños eran pequeños, el pedagogo estaba a cargo. Pero en última instancia, los niños crecerían y estarían a cargo del pedagogo. ¿Por qué? Porque el pedagogo siempre era sólo un siervo. Los niños fueron los herederos. El siervo nunca fue dueño de nada; pero los niños efectivamente siempre fueron dueños de todo. Lo que los padres tenían, esencialmente era de ellos. Esperemos que sea útil estas imágenes en el pensamiento de Jesús como Hijo frente Moises un siervo en la casa de Dios. Lo que es de Dios el Padre, es también de Dios el Hijo. Todo pertenece a Jesús como el heredero de todas las cosas.

Por extensión, eso significa que cualquier servicio de Moisés a Dios, él también se lo dio a Jesús. Moisés debe someterse a Jesús, especialmente como ahora en la plenitud de los tiempos, Jesús ha sido glorificado en la resurrección y ascensión de la forma que Él es. Para que también veamos aquí en Hebreos que hacen referencia a la gloria. Jesús tiene mayor gloria que Moisés, verso 3. Piense en como Moisés y Elías aparecieron incluso ante el glorioso Jesús transfigurado en Mateo 17. Me encanta la implicación aquí del verso 3 en cuanto a la gloria. El punto es básicamente que Moisés es sólo una parte del edificio, pero Jesús es el constructor. Esto es cierto porque Él es el Hijo de Dios, y en el versículo 4, Dios es llamado el constructor.

Bueno, esto debe ser claro por ahora que Jesús y el nuevo pacto están por encima de la majestad y prioridad a Moisés y el antiguo pacto. Pero quiero que sigamos pensando a través de las ramificaciones de esto, pasamos ahora a considerar a nosotros mismos a la luz de todo esto. Hemos visto lo que dice este pasaje acerca de Moisés y especialmente de Jesús. Pero los cristianos están aquí también presentados, de alguna manera maravillosa. A modo de aplicación, veamos lo que dice de nosotros.

En primer lugar, nota que estamos llamados a ser hermanos santos en el verso 1. Esto nos recuerda del último capítulo donde se menciona el gran punto en que Jesús nos llama hermanos. Piensa esto a la luz de este pasaje. ¡El Hijo nos llama hermanos sirvientes! ¡Qué manera de nuestro salvador de resaltarnos! Por lo tanto, no sorprende que somos llamados hermanos aquí, pero hermanos santos. ¡Somos parte de la familia santa de Dios!

En segundo lugar, se nos pone en el versículo 1 como aquellos participantes de una vocación celestial. Hace poco mencioné que Hebreos ve una conexión cercana entre el cielo y el mundo venidero. Esto se ve aquí también. Después de hablar en los pasajes anteriores sobre nuestra esperanza del mundo por venir, aquí habla a nosotros ser llamados al cielo. Así como vamos a seguir viendo, estos no están en conflicto. Nuestro llamamiento celestial es también nuestra esperanza del mundo por venir.

En tercer lugar, el versículo 1 dice que somos confesores. Nosotros confesamos a Cristo y la fe cristiana. Dios se ha revelado por medio de profetas, apóstoles y especialmente en su Hijo. Nosotros confesamos y mantenemos esta revelación como verdad. Anclamos nuestra fe y esperanza en esto. Ésta es nuestra confesión. Por esta razón es tan importante la doctrina. Los cristianos son identificados como aquellos que confiesan una cierta verdad, una cierta doctrina. Nosotros especialmente confesamos que somos pecadores que necesitan ser salvados de nuestros pecados para que no terminemos en el infierno por la eternidad. Confesamos y creemos que aquellos que ponen su fe en Jesús y su muerte expiatoria en la cruz son perdonados y tienen la esperanza de vida eterna en el paraíso glorioso por venir.

Cuarto, y es mi favorito en este pasaje: somos la casa de Dios. Eso es en el verso 6. Date cuenta de porqué esto es tan importante cuando volvemos a nuestra pregunta inicial para hoy. Empezamos por tratar de relacionar el antiguo pacto con el nuevo pacto. Este pasaje es muy claro de que hay una casa. Una casa que Dios está construyendo, no dos casas; no dos pueblos separados Israel versus la iglesia. Moisés fue un siervo en la misma casa de la que somos parte. La casa de Jesús que Él está construyendo es una que Moisés estaba sirviendo durante los tiempos del Antiguo Testamento. Así que, sí, hay diferencias entre nosotros y el antiguo pacto. Pero estamos conectados con ellos. Siempre ha habido una casa y un pueblo de Dios. Ambos el antiguo y nuevo pactos fueron parte de como Dios estaba construyendo una casa. Ambos Jesús y Moisés estuvieron envueltos en la construcción de la misma casa. Además, hoy en día, si eres un verdadero creyente en Cristo y parte de su iglesia, entonces eres parte de esta casa. Por el contrario, si tu eres un judío no creyente hoy que no ha venido a Cristo, entonces tu no eres parte de esta casa, esta casa que tanto Moisés como Jesús han sido fieles en construir.

Entonces eso viene a ser la exhortación de clausura. Es la implicación del versículo 6. Es la exhortación que está al comienzo del capítulo 2 también. El versículo 6 dice que somos sólo una parte de la casa de Jesús, si tenemos la confianza y la alegría de la esperanza hasta el final. En otras palabras, sólo somos salvos si perseveramos en la fe. Si inicialmente confesamos a Cristo, pero finalmente nos alejarnos de esa fe, entonces somos como la semilla que Jesús describió en la parábola del sembrador que cayó sobre los suelos pedregosos o espinosos. Más bien, Jesús nos llama a estar firmes en nuestra fe y confianza en Él. Hemos recibido un llamado celestial; mantengámonos con la esperanza en el cielo. Que podamos nosotros en medio de problemas de la vida aquí y ahora como seguir esperando a ese mundo por venir. Otra vez, el pasaje de hoy nos llama a perseverar. Sí, la perseverancia es una gracia que Dios da; pero es también al mismo tiempo un comando que Él nos da. Perseverar en la fe por la gracia de Dios. Fomentar esa perseverancia haciendo uso lo que da para ayudar a construir su iglesia. Él le ha dado a Moisés. Él nos ha dado a Jesús. Él ha dado a los santos apóstoles y profetas, con sus palabras registradas en la Biblia. Él ha dado a su iglesia pastores y ancianos para ver de nuestro alimento espiritual. Él ha dado a cada cristiano en su iglesia de su Espíritu para ayudarnos a crecer. ¡Si hemos de prestar atención a este llamado a perseverar por gracia, podemos ver que su gracia está toda alrededor de nosotros! No nos descuidemos de estas gracias sino que aprovecharlas, para la gloria de Dios y para nuestra salvación.

Por implicación, si este pasaje nos llama a retener nuestra fe en Cristo, significa no hay retorno al antiguo pacto. Sí, podemos aprender de Moisés y el antiguo pacto. Pero ese pacto ha sido reemplazado por uno nuevo, uno mejor. Así como vamos a través de Hebreos, seguiremos aprendiendo más acerca de nuestras conexiones con los santos de la antigüedad, pero también nuestras diferencias. Por ahora, mantengamos sujetos fuertemente a Cristo así como nos regocijamos que junto con los santos del antiguo pacto somos casa de Dios. Oremos incluso ahora que Dios continuará construyendo esa casa hasta que termine en ese día glorioso del regreso de Cristo. Amén.

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